domingo, 27 de mayo de 2012

De nuevo el bolígrafo rojo, con lo que me encanta usarlo

Superado el período de duelo (me he tenido que despedir de un par de personajes con el final de mi último manuscrito), es hora de retomar la “agradable” tarea de corregir (lo odio, lo juro, lo odio).


Como ya he comentado en alguna ocasión, la Saga de La Fábrica, cuyo primer volumen es Neogen, consta de cuatro partes; y al final de Neogen he añadido el prólogo de su continuación, Ka-Tel, y la anuncio para el segundo semestre de este año. Complicado, ya lo sé, y por ello no podía demorar más la tarea.


Porque Neogen ocupó casi seis años de mi vida, y Ka-Tel apenas la mitad, pero es enorme, mucho más grande que Neogen, no solo por los 140 folios más que ocupa, sino por la intensa fase de documentación que tuve que llevar a cabo (no contaré nada del argumento, pero en esta ocasión, y sin abandonar la ciencia ficción la trama entra de lleno en el terreno de la ficción histórica).


Así que lo primero que estoy haciendo es leerla para ver qué ha quedado desfasado o ya no tiene lugar en el texto, y ya me estoy apuntando fallos, construcciones gramaticales incorrectas,…


Una segunda fase de la corrección llevará el estudio párrafo por párrafo y capítulo por capítulo del texto, y ahí casi seguro que sacaré las tijeras de podar (o la sierra mecánica, como ya hice con Neogen).


Y después se la entregaré a algunos compañeros escritores para que me la lean (acepto voluntarios, si aún no os he alejado con lo del número de páginas, je, je).


Por último, indeciso que es uno, volveré a leer el manuscrito una última vez y lo maquetaré.


Todo esto antes de fines de 2012, je, je, me parece que ya estoy revisando los plazos.


Así que me temo que dejaré aparcados algunos de mis siguientes proyectos durante los próximos todos, aunque no todos, espero en la próxima entrada poder hablaros de algo que he dado en llamar “12 Meses, 12 Miedos”, avisados estáis.


P.D. ¿He dicho ya que odio corregir, alguien quiere ocupar mi lugar los próximos meses?

lunes, 21 de mayo de 2012

Náufrago

Pues ya llevo unos días metido en ese mundillo de Amazon y me siento como si estuviese sobre una balsa en medio de un maremoto (obviando el peligro y la sensación de muerte inminente, claro está).

Han sido días de intenso aprendizaje, de inmersión en un mundo en el que hay millones de cosas por aprender y del que apenas he podido arañar un poco la superficie y, debo decirlo, es frustrante.

Cuando entras en Amazon, y ya me lo habían comentado varios compañeros, comienza una etapa de intensa promoción, de aparecer en múltiples lugares y de presentarse, porque de eso se trata, de que la gente te conozca. Es tan amplio el mundo de Amazon que, por muy bueno que seas, puedes desaparecer, cubierto por obras mediocres.

Así que ahí ando, procurando quitarme el vicio de mirar los rankings y las ventas, y escrutando la red en busca de nuevos lugares o explorando herramientas que hasta hace poco juraba que no quería usar (¡maldito Facebook!).

El problema es que durante todo ese tiempo apenas escribo, y al caso es que me queda apenas un capítulo y medio para acabar con el segundo volumen de Nigromantia, es decir, entre ocho y diez páginas, y no encuentro el momento de rematarlas (también influye el hecho de que después de escribir la última palabra me he impuesto atacar la corrección de Ka-Tel, cosa que llevo años soslayando en parte por pereza y en parte por el miedo que me da.

Así que ahí estoy, en ese maremoto, agarrado como puedo a los maderos para no caerme y mirando de continuo hacia el horizonte. Quién sabe, tal vez cualquier día vea una isla.

¡Hale, voy a remar un poco!