jueves, 30 de diciembre de 2010

Balance

Más de un mes que hace que no dedico un poco de tiempo a este lugar, en fin, echaremos la culpa a Joel por hacer que su padre se pase el día babeando mientras él está en su carrito/su cuna/los brazos de su madre.

En fin, al grano. Llega el fin de este 2010 (por cierto, feliz navidad para todos, y aprovecho para desearos un feliz año nuevo), y toca hacer balance de lo hecho este año.

Acabé 2009 dando los últimos toques a mi penúltima novela, contento por el poco tiempo que me había llevado parirla y con ánimos de pulirla. Meses después eso se tradujo en un manuscrito que creía aceptable y que, masoca de mí, di a leer a un compañero de penurias, Xavi, que me la diseccionó y, sin temor a hacer uso del bisturí, seccionó y mutiló lo que consideró necesario. Así que vuelta a leer y corregir, esta vez con sus anotaciones. Resultado: 30 páginas más, y un nuevo personaje que, ahora me doy cuenta, hacía falta para redondear el conjunto. Ahora esta novela vuela por el mundo, en busca de la ansiada respuesta que me habría hecho un buen regalo de Papá Noel. Pero esperar es lo que toca, y Job me enseñó muy bien a hacerlo.

Comencé entonces con la segunda parte de esa trilogía, y si bien al principio comenzó bien, ahora llevo unos días hundido en un cenagal, cada vez hay que hilar más fino y poner riendas a los personajes, que están ya curtidos y tienden a desobedecer. No obstante llevo ya 140 folios, en lo que podría considerar un poco más de un tercio del volúmen.

A todo esto las kedadas que comenzamos tres miembros de Prosófagos (Montse, Xavi y yo) han ido creciendo en número de participantes y profesionalizándose, es un hábito que hemos cogido con gustillo y que repetimos cada dos o tres meses, la próxima cae en Febrero por lo que ya avisaré.

En Junio asistí a un programa de radio local al que me invitaron mis profesores del Taller de Escritura Creativa, y lo cierto es que quedé muy contento con la experiencia, si bien es cierto que no puse el link para que me escuchaseis por la vergüenza, ¡qué le voy a hacer, tímido que es uno!

También antes del verano fui jurado de un certámen de relatos de Badalona, de nuevo junto a Montse y Xavi, y fue una experiencia gratificante, tendemos a pensar que los jóvenes solo piensan en Facebook, Tuenti y PlayStation y ¡qué queréis que os diga!, me encantó poder leer tanta calidad, tantas ilusiones y tanta energía en sus textos, y ver las caras ilusionadas de los ganadores al recibir el premio.

Por último, por situación temporal que no por importancia, he colaborado con un par de aportaciones en una revista de ocio, juegos, literatura y arte digital de Xavi (te he nombrado cuatro veces en este texto, estamos a punto de convertirnos en pareja de hecho, je, je), cuyo link os dejo arriba a la derecha, justo debajo de Prosofagia. Echadle un vistazo, ha comenzado con una calidad notable y su futuro problema. ¡Ánimo, compañero, a por el 3!

O sea que miro para atrás, en este año negativista en el que todo ha parecido gris y uniforme, y veo todo lo que he aprendido y hecho. ¿Es hora de pensar en cambiar el título de este blog?

Momento off-topic: evidentemente el logro más importante este año tiene dos ojitos, una naricilla respingona y una boquita pequeñaja que es cierto que me ha quitado mucho tiempo, pero que me hace reír como un tonto cuando me mira y me coge con su manita de los dedos.

Pero bueno, ¡dejémenos de sensiblerías! A disfrutar de la fiesta de mañana, no os atragantéis con las uvas y, de nuevo ¡FELIZ AÑO 2011!

martes, 23 de noviembre de 2010

Dividido entre mis hijos

Mientras poco a poco voy retomando las riendas de este caballo desbocado en que se ha convertido mi vida, y acostumbrándome a dormir un máximo de tres o cuatro horas seguidas por la noche, me voy familiarizando con ese extrañito que ha llegado a nuestras vidas.

Pensaba que cuando llegase este momento, con tanto cambio en mi vida, tal vez mi afición pasaría temporalmente a un segundo plano, y de hecho los últimos días antes del parto escribí de manera casi desaforada, no sabía cuándo volvería a ponerme frente al portátil sin tener que cambiar un pañal o ir al pediatra.

El caso es que no ha sido así, tanto mi pareja como yo nos desempeñamos bastante bien y, si bien es cierto que los primeros días las minúsculas vocecillas de mis personajes me pedían un poco de atención, en particular Gustav estaba a punto de cogerse un berrinche porque había dejado un capítulo suyo a medias (cosas que suceden cuando tu novia te dice desde el baño: cariño, creo que he roto aguas), ahora vuelvo a ratos a su mundo y les dejo contentos. No es que unas prioridades hayan desplazado a otras, simplemente han encontrado el modo de convivir todas ellas y de no interferir.

Resumiendo, creo que ahora mismo soy muy feliz (aunque mi gato no tanto, dejó de ser el pequeñajo de la casa).

Por último,quiero agradecer las muestras de cariño de quienes me habéis escrito o llamado, y siento no haber contestado a quienes comentasteis en mi anterior entrada, pero de verdad que os agradezco mucho vuestras palabras de cariño, gracias, de verdad.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Una de retrospectiva

Apurando mis última horas/días antes de ser papá sigo rebuscando en las tripas de mi ordenador y está resultando ser un ejercicio de nostalgia intenso.

Comencé con esta historia con el ánimo de ocupar mi (escaso) tiempo libre sin pensar en lo que me queda para recibir respuesta y además para ver qué tenía pendiente o sin acabar y de este modo establecer un virtual punto de inflexión en mi vida y ver qué he dejado sin hacer o qué caminos he tomado.

Y están revisitándome numerosos fantasmas.

Cuando empecé a escribir siempre deseé dedicarme al género del terror, y por ahí fueron casi todos mis primeros relatos que ahora he leído de nuevo (y me he sonrojado con algunos de ellos, todo hay que decirlo) y he recordado el afán que tuve durante un par de años por recopilarlos en un único tomo, muy lovecraftiano.

También he recuperado una antigua novela de fantasía ambientada en un mundo parecido al nuestro pero que no lo es (los que hayáis leído La Torre Oscura entenderéis un poco a lo que me refiero) y que no descarto retomar en un futuro, al fin y al cabo ya tengo los dos primeros capítulos escritos, que son los más difíciles, je, je.

Y por supuesto he leído esos cuentos de amores desoladores y con finales trágicos que durante una época también me dio por pertrechar.

No obstante no me arrepiento de nada de todo aquello, ha sido un largo camino que, paso a paso y etapa a etapa me ha llevado hasta la actualidad; y si bien muchas de aquellas primeras intentonas habría que reescribirlas casi por completo, también es cierto que ahora no estaría esperando una respuesta de no haber madurado lo suficiente gracias a la experiencia.

Un largo camino, como decía, pero ahora miro a ese muchachillo de veintipocos años y sonrío al recordar lo inocente que era por aquel entonces, y lo poco que sabía de muchas cosas.

¡Buf, y todo esto me ha hecho sentirme muy mayor, y apenas tengo treinta y un años! Creo que es hora de ir dejándolo por hoy.

jueves, 28 de octubre de 2010

un momento Kit-Kat

Como quiero evadirme de la sensación que me provoca la Espera, llevo unos días rebuscando en las tripas del ordenador y he encontrado este mini relato que hoy quiero compartir con vosotros. Por lo demás, tampoco hay novedades en el frente en el tema bebé, aunque estamos mi novia y yo corriendo como locos para tener todo preparado, que el plazo se acaba (y ya me estoy poniendo de nuevo nervioso, ¡qué estrés!).

Espero que os guste.



LLEGA LA PRIMAVERA

Una mirada, tan solo una mirada. Una mirada es todo lo que nos une cada mañana, una mirada nos transporta a un imaginario mundo en el que solo existimos ella y yo.

A las ocho y cuarto la veo aparecer, baja las escaleras de la estación corriendo, casi siempre con prisa. Cuando pasa por mi lado gira la cabeza, me mira y sonríe. Debo gustarle, tal vez el hoyuelo que me marca la barbilla, tal vez mis ojos negros. O quizás solo le guste el traje que indefectiblemente visto, oscuro y de Massimo Dutti. Ella unos días lleva vaqueros, otros falda. Yo siempre mi sempiterno traje.

Tras ese íntimo momento en que nuestras miradas se cruzan ella se aleja escaleras abajo, hacia su andén. No sé a dónde se dirige, ni nunca lo sabré. Dios sabe que deseo correr tras ella, hablarle, susurrarle lo que siento, abrazarla. Pero no lo haré, claro, me limitaré a mirarla desde detrás de este cristal y ver cómo se aleja. Y sufriré en silencio por aquellas palabras que me encantaría decir y que nunca saldrán de mis labios.

Nunca me muevo de mi sitio, claro, es lo lógico. De lo contrario ya me gustaría ver la cara de la gente de la estación. Siempre estoy aquí, contra la pared, deseando que pasen las horas y que llegue pronto la mañana siguiente, esa hora en que la veo aparecer.

¿Será el hoyuelo, mis ojos, o el traje?

Hoy ha vuelto a pasar por delante de mí. Corría más deprisa de lo normal, y de hecho eran las ocho y veinte. Cinco minutos que a mí me parecen irrisorios después de las horas que me paso esperándola, pero que para ella resultan ser un mundo. Aminora su marcha y gira la cabeza, pero no llega a detenerse y no me sonríe. Y yo quiero gritarle que mañana no estaré aquí, pero claro, sigo callado. Aunque pudiese hacerlo tampoco sé si me escucharía a través del cristal. La veo alejarse y entonces escucho de nuevo los pasos de los dos hombres que han venido hace un rato. Traen las llaves que abren la puerta que me retiene, y uno de ellos porta un rollo que extiende en el suelo, ante mí. Ahora ella no mirará hacia donde yo solía estar, pero en su lugar muchos hombres se pararán y hablarán el lenguaje secreto de las miradas.

El cartel que me sustituirá muestra a dos exuberantes chicas con unas faldas cortas y camisetas de tirantes que enseñan parte de su pecho.

Cuando los dos hombres abren mi prisión dispuestos a descolgarme, miro de nuevo a las chicas y pienso que, después de todo, la primavera ha llegado al Corte Inglés.

domingo, 17 de octubre de 2010

Reflexiones post-envío

Si hace unos días os iba a hablar de la sensación de impotencia durante el tiempo de espera en la respuesta de una agencia o editorial, hoy toca hablar del siguiente sentimiento que desde hace unos días hace mella en mi ánimo: el miedo.
Terminé la revisión de la novela (de hecho lo había hecho días antes de recibir la respuesta de la agencia pero decidí a pesar de todo darle una lectura final antes de enviarla), la metí en un sobre y la mandé. Y pocos minutos después ya me estaba comiendo la cabeza y empezaba a sentirme intranquilo.
Porque ahora sé que ya no depende de mí, que lo he hecho lo mejor que he podido y sabido y ahora el futuro de la novela por la decisión de otras personas.
Y tengo miedo. Miedo de que no guste, de que no cumpla las expectativas, de que sea muy larga, y muchos otros elementos.
Sé que quedan meses hasta la respuesta (o tal vez no, pero mucho me temo que llegaré al 2011 sin saber nada), y me digo que así no puedo estar, que tengo que tranquilizarme; pero de momento no lo he conseguido. A la cabeza me vienen párrafos en los que ahora cambiaría algo, capítulos en los que modificaría la estructura y mil modificaciones más. Pero ya no es posible, todas las cartas están repartidas.
En fin, que a ver si pasan pronto estos próximos meses porque entre las últimas semanas del embarazo y esta incertidumbre con respecto a la novela estoy taquicárdico perdido, suerte que mañana empiezo una semana de (en mi opinión) merecidas vacaciones que me sirvan para relajarme un poco.
Y se me ocurre que un buen modo de comenzar a disfrutar de estas vacaciones es acercarme a la librería y ¿eh, qué veo ahí? El libro de una compañera escritora que se acerca con frecuencia por estos lares: Lola mariné y su flamante Nunca fuimos a Katmandú, en las librerías desde el 23 de Septiembre. Y solo os puedo decir una cosa de este libro, mi novia, a la que se lo regalé, ya lo ha terminado y me ha dicho que le ha parecido ameno, realista, que está bien escrito y que felicite a su escritora, así que ya sabéis, haceos con él que os aseguro que mi novia tiene muy buen criterio literario (y que conste que soy objetivo, ¿eh?).

viernes, 8 de octubre de 2010

La Espera (así, con mayúsculas)

El domingo tenía pensado dedicar un rato a la entrada semanal de este blog cuando circunstancias referentes al embarazo de mi pareja me han tenido hasta ayer de peregrinaje al hospital. Ahora tanto la madre como el niño están bien y, después de que se me haya pasado el susto me puedo sentar un rato frente al teclado.

El caso es que tenía pensado hablaros sobre la situación en la que te encuentras cuando has enviado un manuscrito a una agencia, o a una editorial, y ves cómo pasa el tiempo y no recibes respuesta. La temida Espera.

Es un hecho que tanto las unas como las otras están colapsadas, y aunque informen de unos plazos estimados de respuesta casi siempre van a superarse. Así que cuando les envías algo debes cargarte de paciencia, lo que no implica que no estés nervioso, que no tengas la sensación de que se han olvidado de ti o de que no tengas ganas de coger el teléfono o escribirles para saber qué ha sucedido con tu envío. Desechar esas ideas en la medida de lo posible, por lo que yo sé siempre contestan, aunque sea tarde, o si no ellos mismos ya te avisan de que pueden no hacerlo.

El caso es que no voy a extenderme más en este tema y en cómo me sentía, porque ha sido sentarme, echar un vistazo al e-mail y ver ahí el ansiado y a la vez temido e-mail: la respuesta.

Temblando lo he abierto y ha servido para arreglarme el día. En su día envié a una agencia parte de mi último manuscrito y en su e-mail me informan de que desean que les envíe el resto de la novela.

Sé que es un pequeño paso, pero ¿qué queréis que os diga? Sientes que has superado esa primera barrera, ese primer escollo con el que nos encontramos muchos escritores. Siento que estoy un poquito más cerca de la meta, aunque también es cierto que sigo viendo dicha meta muuuuuuy lejos todavía.

Pero bueno, poco a poco se hace el camino, ¿no?

Ahora os dejo, me he propuesto dar un último paseo por la novela antes de enviarla, que siempre hay alguna coma o algún acento que se escapa.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Las duras despedidas para un escritor novel

No, no me marcho, tranquilos, vengo a hablaros de otro tipo de despedidas.

Hace dos días he llegado a ese punto que odio. Ese momento en que escribes un capítulo tras el que uno de tus personajes se marcha. Definitivamente.

La primera vez que lo viví, hace ya siete años en mi primera novela, y la verdad es que lo pasé mal. Por eso, cuando tracé el argumento de esta nueva novela y supe que debía pasar por lo mismo, traté de prepararme para el momento. Y no lo conseguí.

Allí me encontraba yo, escribiendo las palabras en el portátil y (ahora podéis reíros), llorando como un crío, mi novia mirándome desde el sillón,…

Vamos, un cuadro, como podéis imaginar.

Mis personajes pon pequeñas personitas que viven en mi cabeza, hablan, discuten y en general hace su vida. Estoy acostumbrado a vivir con ellos y por eso precisamente es tan duro separarse de ellos, saber que no van a volver a hablar, que su trama se ha cerrado y que todo lo que tenía que hacer lo ha hecho. Es un momento difícil, el de la despedido.

Ahora que lo pienso, una de dos: o me estáis entendiendo porque a vosotros os pasa algo parecido, o me estoy volviendo loco con eso de oír voces, y sinceramente espero que la primera opción sea la correcta, no me parece bien emular a Jack Torrance (de El Resplandor), je, je.

El caso es que la gente que no se dedica a esto rara vez puede comprenderte, ya he hablado en otras ocasiones de los arrebatos de inspiración que pueden darte en cualquier momento y que te fuerza a buscar algo donde poder escribir, aunque sea una servilleta, y con esto pasa lo mismo, la gente no entiende que un personaje es algo que has creado y dado forma de la nada, le has impreso personalidad y en definitiva le has dado vida.

Y volvemos entonces a la realidad de la soledad del escritor, esa sensación de ser un incomprendido, de que solo quien se dedica a lo mismo puede entender a lo que te refieres.

Pero me estoy dando cuenta de que el tono de la entrada es bastante negativo, y no quiero que quede esa impresión. Es cierto que el acto de escribir es solitario, que a veces somos incomprendidos e incompresibles y que nuestros personajes en ocasiones mueren. Pero también es cierto que igual que mueren, nosotros los hacemos nacer a ellos y a sus mundos, y cuando acabas de escribir no te queda el poso de pena por los que se fueron sino la felicidad y la satisfacción del trabajo realizado, y eso es lo que verdaderamente importa.

Así que brindemos, compañeros, no por nuestros personajes que sufrieron y cayeron, sino por aquellos que se enamoraron, fueron felices y vivieron las vidas que nosotros, maquiavélicos escritores, ideamos para ellos.

domingo, 5 de septiembre de 2010

La Cúpula, de Stephen King

Suponeos que un día camináis hasta el límite de vuestro pueblo o ciudad y una superficie invisible os bloquea el paso, impidiendo la entrada y la salida. A esta situación es a la que se enfrentan los protagonistas del nuevo libro de Stephen King. Más adelante vendrán las rencillas, la preocupaciones por los alimentos, y la convivencia forzada de los vecinos, en unas situaciones que recordarán en ocasiones a otro cuento del mismo escritor creado muchos años antes, La Niebla (por cierto aprovecho para recomendar la película que de este cuento dirigió Frank Darabont).

Pero lo que subyace durante sus más de mil cien páginas, por encima de las luchas de poder, las situaciones escabrosas o incluso la resolución del conflicto, es el miedo. El miedo a la exclusión, a sentirte atrapado y ver cómo todo a tu alrededor se desmorona, cómo la gente que te rodea y que hace apenas veinticuatro horas eran vecinos normales y corrientes, se transforman en bestias.

En cuanto a los personajes, un diez para King, ha sabido crear seres prácticamente tangibles, comenzando por la marmota que queda seccionada por la mitad cuando baja la cúpula (no destripo nada, que esto sucede en la tercera página) y llegando hasta Dale Barbara, Barbie para los amigos (que no son muchos), el principal pero no único protagonista de la novela. En el bando contrario, en el Lado Oscuro, tenemos a un colosal Big Jim Rennie, un concejal del pueblo que, amparándose en el miedo y en sus creencias se irá consolidando como firme cacique en el diminuto pueblo (llegados a este punto, ¿no es posible extrapolar esta situación a ciertas situaciones recientes acaecidas en los Estados Unidos?). A lo largo de la novela te encariñas con los personajes, odias a algunos de ellos y cuando se acercan las páginas finales no puedes evitar sufrir porque sabes que en breve te despedirás de ellos.

Con respecto al final, decir que sí, que hay un final, que sabemos cuál es el cometido de la cúpula y qué sucede con los habitantes del pueblo. Esto supongo que tranquiliza a algunos lectores de las últimas novelas de King, que saben que suelen tener finales abiertos, y en las que cuando pasas la última página te quedas levemente defraudado. No aquí, insisto, aquí todo se resolverá al final. ¡Y qué final! Pasemos a él en el siguiente párrafo.

No voy a contar nada, simplemente voy a hablar de mis impresiones y de lo que sentí, tranquilos. Mi experiencia fue similar a la que viví con La Tienda, me leí hasta la última décima parte muy deprisa (el libro ha caído en diez días, de los que dos y medio fueron para las últimas cien páginas). Es un libro ágil, con capítulos cortos que te incitan a leer uno más antes de irte a dormir. Y entonces llegan esas últimas cien páginas, y sientes que el escritor te ha manipulado, pues has pensado durante todo el libro en un clímax que no tiene nada que ver con lo que se nos presenta en ese momento, y que lo que te temías que pudiera suceder es peor aún. Ahí llega el verdadero King, te insufla el miedo y la tensión, cada página te acelera el corazón y te estremeces continuamente. Siento ser tan críptico, pero en serio hay que llegar hasta ahí para comprender de lo que hablo.

En definitiva, un libro ágil, que con su grosor se hace corto, una soberbia puesta en escena de los personajes y una situación escalofriante. No hay fantasmas ni monstruos, como en otros de los libros de King, pero aquí se nos demuestra que peor que Pennywise o Cujo puede ser un Big Jim cualquiera.

Lo mejor: La sensación de que se hace corto.
Lo peor: Al tener como protagonista a todo un pueblo, algunos personajes secundarios quedan poco esbozados.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Llego tarde, llego tarde...

Últimamente me siento como cierto conejito blanco que, sin perder de vista el reloj, teme por la posible pérdida de su cabeza.

Y es que estos últimos meses he andado corto de tiempo, entre el embarazo, temporada alta en mi trabajo, y asuntos varios, me han tenido alejado de estos mundos virtuales a los que, sin embargo, tanto he añorado.

Sin embargo aquí estoy, de nuevo, con el firme propósito de recuperar el timón (está por ver si lo consigo). Y por lo menos este retiro también estuvo justificado ya que por fin acabé la segunda corrección de mi novela, y ya ha empezado a buscar su camino. Debo reconocer que esta segunda corrección ha sido extenuante, ya que gracias a los acertados comentarios de un amigo (que, a pesar de ello, me sacó los suficientes puntos negativos como para sonrojarme), el conjunto ha quedado muy limadito, con incorporación de personajes principales y reescritura de ciertos capítulos.

Ahora sigo con la segunda parte de la trilogía, llevo ya cincuenta y cinco páginas. Me temo que esta tardaré un poco más en escribirla. Pero bueno, siempre será menos tiempo que el que dediqué a Neogen, seis añitos (que se dice pronto).

En fin, que ahora a retomar el ritmo, al menos hasta que cierto humano irrumpa en mi vida dentro de aproximadamente tres meses.

La semana que viene, comentario de “La Cúpula” que, mal que me pese y a costa de treinta euros menos en mi cuenta, adorna mi estantería en estos momentos.

Un abrazo para todos, encantado de reencontraros.

martes, 8 de junio de 2010

Sigo vivo...

...aunque no lo parezca.

Últimamente los días se me quedan cortos con las veinticuatro horas que tienen, y eso ha hecho que haga un par de semanas que no pase por aquí.

La culpa la tienen diversos factores, entre ellos el trabajo. Pero inciden otros factores como por ejemplo que estoy corrigiendo de nuevo la novela en base a los acertados comentarios de un compañero (gracias, Xavi) que me ha hecho recapacitar sobre ciertos asuntos de la trama.

Además os adelanto que próximamente colgaré un link con un programa de radio al que asistí como invitado, ya os contaré cómo fue la experiencia.

Y, por supuesto (off-topic), gran parte del tiempo se lo he dedicado a mi novia ya que, ahora sí que puedo decirlo, que ya lo sabe la familia, ¡VOY A SER PAPÁ! La verdad es que llevábamos ya tiempo esperando y es una alegría enorme, pero lo cierto es que está resultando un embarazo complicado, con náuseas, mareos y agotamiento, y necesita mucho apoyo.

Así que, para celebrarlo, y aprovechando que este fin de semana tenemos una boda en Milán, nos hemos cogido una merecida semanita de vacaciones en la que nos haremos una ruta por la Toscana, ya sabéis, monumentos, Chianti, y pasta, mucha pasta (y no me odiéis si os he dado un poco de envidia, je, je).

Por tanto me despido de vosotros hasta más o menos la semana del 21, un saludo para todos y gracias por pasar por aquí a pesar de la sequía.

sábado, 22 de mayo de 2010

Precio

Ayer me acerqué a la FNAC (¿se puede hacer publicidad, verdad?), y se me cayó el alma a los pies. Ya había oído lo que me esperaba, pero no quería creerlo. Allí, frente a mí, tenía el último libro de Stephen King, La Cúpula, y cuando miré el precio confirmé lo que me temía.

Casi treinta euros, el libro en cuestión. Vale que son más de mil páginas, pero me parece un precio exagerado. Y lo peor es que no es el único que ronda esos precios.

Me acuerdo que hace años, la piratería de música achacó la razón de su existencia al alto precio de los discos. Ahora parece que este elemento ha llegado a la literatura.

Y no creo que sea el buen camino, basándome en lo que he dicho de la música. Pienso que tanto el señor King, como sus agentes, editores y en general todo el que vive de que yo compre sus libros vive lo suficientemente bien y seguro que su casa mide más que los escasos sesenta metros de mi humilde pisito, y por tanto me tomo como una tomadura de pelo que pongan ese precio, un aumento descarado con respecto a años anteriores.

Con todo esto pienso que dan razones para la mencionada piratería así como a los defensores del e-book. ¿Es por esto por lo que hemos llegado a estos precios, sacar un poco más de beneficio antes de que la burbuja explote? Craso error, en mi opinión.
Personalmente esperaré tranquilamente a que salga la edición en bolsillo, y mirad que me pesa, que me gusta tener en tapa dura a Stephen King, que luce muy bien, pero ¡qué se le va a hacer!, no quiero sentirme estafado cuando pase por caja.

domingo, 16 de mayo de 2010

Nubarrones

Si hace unas entradas os decía que todo iba viento en popa con respecto a mis proyectos de un par de semanas a esta parte todo ha dado un vuelco que ha girado mi situación ciento ochenta grados.

Una carga de trabajo extra, unido a una cierta falta de inspiración han hecho que no haya escrito ni una línea en todo este tiempo, no solo de mi actual manuscrito, sino ni siquiera de este blog u otros mundos virtuales.

Y es que después de tirarme diez horas en el trabajo, una hora de ida y otra de vuelta, cuando he llegado ha casa lo que menos me ha apetecido ha sido ponerme frente a otra pantalla, máxime cuando, como ya he dicho, no tenía muy claro de hacia dónde va o por dónde debe seguir el manuscrito. He llegado, me temo a uno de mis para nada añorados bloqueos.

No obstante, no hay mal que por bien no venga, y ya que no puedo escribir, al menos me he dedicado a leer. Y he leído bastante, la verdad. Por un lado, he acabado «Millenium», haré una próxima reseña de la trilogía; me he vuelto a leer los cuentos del certamen literario, que el día de la deliberación se acerca y he querido ver si me reafirmaba en mis impresiones, y también ando leyendo un manuscrito de otro compañero escritor (que el pobre debe pensar que me había olvidado pero no es así). Vamos, que estoy aprovechando esta sequía creativa.

Y hay dos hechos que me animan ligeramente, uno de ellos es que estoy escribiendo esta entrada para el blog, lo cual ya es algo, y la segunda es que empiezo a percibir las formas de los dos siguientes capítulos de mi novela, y ese es el paso previo para tenerlos claros y nítidos en mi cabeza y por tanto poder escribirlos.

Así que algo es algo.

viernes, 30 de abril de 2010

Agradable sorpresa

Formo parte del jurado de un certamen literario y ahora ando inmerso entre cuentos y relatos de estudiantes de ESO. Y la verdad es que estoy gratamente sorprendido.
Mucho se habla de la juventud actual, incluso hace meses subí una entrada a este blog tocando el tema, y ahora veo modificada mi opinión. Es cierto que hay muchos jóvenes que acusan una falta de valores importante, pero también es cierto que en estos relatos estoy viendo el fondo y la personalidad de algunos de ellos.
Me sorprende por ejemplo la cantidad de textos cuyos protagonistas realizan valores humanitarias en países desfavorecidos, es curiosa la sensación de comprensión de la desigualdad mundial que estos relatos desprenden.
Otro tema recurrente, al igual que desgraciadamente en las noticias, son los textos basados en violencia de género. Varios de los relatos versan sobre este tema, y eso quiere decir que en los colegios e institutos es un tema de actualidad. Y todos, evidentemente, rechazan este tipo de violencia, lo cual quiere decir que ellos parecen aprender de los errores de las generaciones anteriores. Quiero pensar que esto es un sentimiento generalizado entre la juventud, pues esa es una de las metas de la evolución, aprender de los errores del pasado.
Por supuesto también he encontrado historias de amor, o relatos que hablan de la soledad, pero son los menos, como ya he dicho la mayoría de los textos versan sobre uno de los temas arriba citados o sobre otros valores positivos.
Os confieso que esperaba encontrarme historias de vampiros, o de personajes de videojuegos, películas o series, y en su lugar me encuentro con textos que hablan de humildad, de solidaridad, de amistad y de lealtad; y aplaudo a sus autores, porque además están bien escritos, con variado vocabulario y frases correctamente construidas. Y siempre digo que a escribir se aprende leyendo, por lo tanto eso quiere decir que hay unos cuantos chavales que en cuanto llegan a casa hacen algo más productivo que encender la televisión y ver el Sálvame.
Bravo por ellos y por sus neuronas.

martes, 20 de abril de 2010

El Nombre del Viento

Cuando salió este libro dudé entre comprármelo o hacerme con «Nocturna». Al final y por diversos factores no tuve ninguno de los dos, por lo que cuando vi «El Nombre del Viento» allí flamante en el apartado de novedades de la biblioteca me lancé sobre él como un ave rapaz.

Y me ha gustado leerlo, me ha traslado a su mundo y me ha hecho imaginarlo, cosa que en un libro de fantasía es necesario y que por desgracia no todos lo consiguen.

Al principio parece que la trama va a seguir un camino ya varias veces pisado, pero en lugar de ello da un giro a la trama, cambiando el sujeto de la narración, y cuando nos sumerge en esa nueva visión nos recuerda de vez en cuando la trama inicial por medio de interludios.

Acompañamos a Kvothe durante los primeros años de su (azarosa) vida, desde la desaparición de su entorno habitual hasta que entra en la universidad, así como la vida que lleva durante su período de aprendizaje en aquel lugar. Durante ochocientas páginas asistimos a la aparición de los villanos, de la chica, y demás elementos arquetípicos, pero a la vez mezclados de manera original con otros ambientes o registros. Hubo momentos en que me pareció estar leyendo «Oliver Twist», por ejemplo.

Y llegamos al punto en que entra en la universidad de magia, y entonces me dije:«vaya, aquí es cuando se convierte en Harry Potter». Error, y grave, además. Es cierto que ya se nos han dado pistas de lo que es la magia en aquel mundo, de sus afinidades con materias como la física u otras materias científicas, pero es que además cuando llega el protagonista a una de sus primeras clases el profesor les dice que se olviden de espadas de fuego y cosas así ya que no existen y son míticas. Es decir, se habla a menudo de los Chandrian y de Táborlin y sus dotes para conocer el nombre de todas las cosas, pero se habla de ellos en un entorno legendario. Y eso en un libro de estas características me ha parecido muy original, todo hay que decirlo.

Hubo sin embargo un trozo de la novela que me sacó de su habitual tónica universitaria y me contó una expedición a una ciudad cercana (¡no veáis lo que cuenta explicar sin poder contar nada para no destrozar el argumento!) en busca de unas llamas azules que Kvothe. La verdad es que esas ciento y pico páginas me aburrieron, no entendí el por qué del viaje ni el planteamiento del protagonista, si bien al final todo toma un leve sentido.

En fin, una buena novela de fantasía, que sin embargo se aleja de la vertiente fantástica en muchas ocasiones y nos acerca a otros géneros.

Ahora tengo una cita con el tercer volumen de «Milenium», a ver qué tal, ya os contaré.

martes, 6 de abril de 2010

La llegada al puerto

Hace dos semanas que no paso por aquí, primero porque tuve una carga de trabajo inmensa la primera de las semanas y luego porque durante la segunda me cogí unas vacaciones que me hacían pero que mucha falta.

El caso es que ambas semanas han sido como el día y la noche, si en una de ellas estuve de mal humor y estresado, con muy pocas ganas de ver un ordenador después de salir del trabajo, la siguiente fue todo lo contrario, relax y playita en Granada, mucho sol y muchas horas tras el teclado (bueno, y pescaditos y cervecitas).

Y así, sin apenas darme cuenta, superé la siguiente etapa de esta particular travesía. Había llegado al último folio de correcciones de mi última novela. Quedan nuevas lecturas, nuevas correcciones y visiones externas, pero la primera criba estaba hecha.

Cuando acabé la novela en diciembre me propuse dejarla enfriar, salirme de su mundo para después encarar la corrección desde fuera de sus páginas. Por ese motivo la tuve castigada en un rincón de mi casa durante un mesecito. Entonces, un día, me acerqué a los folios y comencé con la corrección. Sentía que el momento había llegado y podía dedicarme a ello.

Ahora me ha pasado algo parecido. He disfrutado de la corrección, y ha resultado ser muy ágil y fluida, pero en mi cabeza se ha ido abriendo camino una nueva historia, y cada vez me reclamaba más lugar. No caí en la tentación y seguí con la corrección, ahora que, cuando todo estuvo sobre papel y solo me quedaba pasarlo a ordenador un par de días fui infiel y me dediqué a la nueva historia.

Ahora he atracado en este imaginario puerto de mi particular viaje a Ítaca, y mis caminos se bifurcan. Parte de mí dice que debo explorar el puerto y entonces seguir el trayecto, mientras que otra parte insinúa que lo que debo hacer es alejarme del barco y explorar la maleza que veo a pocos metros.

Y supongo que, como siempre, acabaré dividiéndome y reconciliando ambas partes.

viernes, 19 de marzo de 2010

Nos vamos a Esparta

Hoy vengo a hablaros del primer libro de Teo Palacios, escritor al que ya he aludido en varias ocasiones y al que muchos de vosotros conocéis. Señoras y señores, con todos ustedes, mi comentario sobre Hijos de Heracles

Allí me encontraba, en la Casa del Libro, y la primera sorpresa que
me llevé fue al encontrarlo, en un lugar no muy visible (todo hay
que decirlo), y ver que estaba plastificado. Ya nos lo había
adelantado Teo en su blog, pero verlo con tus propios ojos da
sensación de calidad a la edición, sensación acrecentada cuando
abres el envoltorio y tocas las tapas, con una textura diferente a
la habitual, ligeramente granulada. Hay que felicitar a los señores
de Edhasa, han sacado adelante una muy buena edición.

Antes de comenzar con el comentario debo advertir dos cosas, la
primera de ellas es que no me gusta la literatura histórica, y la
segunda es que mi conocimiento sobre los espartanos era
prácticamente nulo.

Una vez abierto el libro normalmente me gusta leer los comentarios
del autor, si los hay. Me ayuda a hacerme una idea sobre la persona
que ha creado la historia que voy a leer. En este caso, Teo me
sorprendió gratamente. Me explico: el libro entra en el campo de la
narrativa histórica, y me parece muy valiente decir en las primeras
páginas que la trama está basada en una hipótesis no por todos los
historiadores dada por cierta. Aquí Teo muestra sus cartas, no se
esconde y me parece muy loable este acto por parte del autor, y muy
en consonancia con lo que de él conozco.

A continuación encontré una lista de nombres de los principales
personajes y me sobrevino un ligero vértigo. Demasiados nombres,
difícil que pudiese asociar todos durante la trama y de seguro
volvería a estas primeras páginas para saber quién es quién.

Y entonces comencé a leer. Y me lo he leído en apenas tres
sentadas. La trama engancha, absorbe te ofrece el equilibrio justo
entre acción, trasfondo histórico y relaciones entre los personajes.
Al principio sí que es cierto que me costó entrar en la historia,
demasiados nombres, demasiados datos históricos y demasiadas
explicaciones sobre una sociedad que para nada conocía. Pero claro,
como ya he dicho mi conocimiento era nulo y en parte esperaba esta
sensación. Por lo demás, y teniendo en cuenta el rigor a la hora de
documentarse, me quedo con la sensación de conocer la cultura
espartana, es decir, el trasfondo me parece verosímil y me deja un
poso de conocimiento.

Otro detalle original fue encontrarme el cambio de persona a la hora
de encarar los capítulos dedicados a Anaxándridas y a su hermano
Arquidamo. Si en el caso del primero nos encontramos con la familiar
tercera persona a la hora de relatarnos sus vivencias y los rigores
vividos, en el caso del segundo nos encontramos con una primera
persona, más íntima y que implica emocionalmente mucho más con el
personaje (hasta el punto de lamentar que no tenga más protagonismo
en la trama principal, soy más afín a esta forma de escribir
por la empatía que consigo con el personaje, y me habría gustado
verlo más desarrollado durante la novela). este hecho de conjugar
ambas formas de narración añade frescura a una trama ya de por sí
ágil.

Hay un punto negativo, sin embargo, y que quiero compartir con
vosotros. El libro se me ha hecho corto, y en su tramo final pienso
que hubiera podido desarrollarse un poco la trama, mi impresión
personal fue que pasaban varios años de golpe y me habría gustado
saber un poco más sobre esos años. Pero es una opinión personal y
estoy seguro de que Teo tendrá sus motivos para haberlo hecho de esa
manera.

Así que, ¿qué más os puedo decir? Una buena novela, con una gran
trama, ágil en los momentos que se requiere pero pausada a la hora de retratar a los personajes y sus pensamientos e inquietudes, facilitando su comprensión. Además, posee un minucioso rigor científico, y encima escrita por alguien
cercano y con el que poder compartir tus impresiones (de hecho yo tenía un par de consultas que no he comentado aquí por no destripar el argumento, por lo que escribí a Teo un e mail y me contestó al día siguiente con su punto de vista, cosa que nunca antes había vivido).

Ahora, a terminar El Nombre del Viento.

viernes, 12 de marzo de 2010

Reflexiones matutinas

Esta mañana me he levantado y me he preparado el desayuno, para tomármelo tranquilamente antes de ponerme a corregir mi último manuscrito. Mientras me tomaba el café he encendido un rato la tele, y he asistido al programa con los ojos abiertos como platos (por cierto, era Espejo Público, desayunas con Susanna Griso es uno de los pocos privilegios que tiene trabajar de tarde).

Es evidente que estamos en crisis, y es evidente que se ha tenido que despedir a personal para reducir costes. Y es también evidente que de quien en muchos casos han prescindido es de los correctores.

Hace ya un tiempo observo que las entradillas que ponen, tanto en el programa al que antes me refería como en muchos otros (incluidos los de noticias), se cometen faltas de ortografía garrafales. No ya no solo tenemos que tragar con la estúpida manía de poder mandar sms y leerlos bajo la pantalla, hecho que ya de por sí hace que me plantee si no sería mejor un Ragnarök como los dioses mandan. No, ahora además son los propios programas los que cometen dichas faltas de ortografía. Y esto me abre dos posibles teorías.

La primera de ellas es que en efecto hayan echado al corrector (que, como digo, ya es habitual, y por cierto, que en la duodécima edición de un libro te encuentres varios «este» sin acentuar ya clama al cielo, y eso mismo me ha pasado con El
Nombre del Viento
). Sinceramente, si fuese éste el caso me preocuparía pero para animarme pensaría que cuando todo vaya mejor volverán a recuperar esa figura básica que es el corrector.

La segunda hipótesis, mucho más escalofriante, es que los directores de los programas saben que se cometen faltas pero que les da igual, total, deben pensar que el vulgo no sabe hacer ni la o con un canuto. Y esto me asusta porque es bien pobre la imagen de la gente que vemos sus programas y gracias a las cuales cobran sus nóminas.

En fin, ¿con cuál de las dos hipótesis os quedáis?

Por otro lado, y después de comer, mientras fregaba observaba cómo una furgoneta aparcaba cogiendo tranquilamente dos plazas, en un barrio en el que ya de por sí un sobran los huecos para dejar el coche, y he pensado: «vaya, incultos y además incívicos, verdaderamente Spain is different.

Pero éste es otro tema y lo abordaré en otra ocasión.

martes, 2 de marzo de 2010

Después del anochecer

¿Os he dicho ya que odio mi conexión a internet?

En fin, corramos un tupido velo sobre la semanita que mi querida compañía me ha dejado sin este mundillo, hoy vengo a hablaros del último libro que he leído de Stephen King.

Después del anochecer es un libro de catorce relatos, alejado por tanto de los mamotretos (por el grosor) a los que nos tiene acostumbrados.

Ya en el prólogo dice que había perdido las ganas y el hábito de escribir relatos, lo cual me hizo erizar el lomo cuan gato, preparándome para la sensación de haberme gastado veintidos euros a lo tonto.

Ahora, recién acabado el libro, me siento de esa manera.

Es cierto que inconscientemente comparaba este libro con joyas como en el Umbral de la noche o Pesadillas y alucinaciones, y la verdad es que los primeros cuentos no son nada del otro mundo, aburriéndome alguno de ellos (en particular los basados en relaciones matrimoniales, tema recurrente durante el libro).

Otras historias, de corte más sobrenatural, cumplen el papel de dejarte ligeramente acongojado, tal es el caso de Willa, si bien el relato que peor cuerpo me puso fue el de Un sitio muy estrecho (y no, tranquilos, no contaré nada).

Sin embargo hay dos relatos que sobresalen por encima del resto, según mi opinión. El primero de ellos es El gato del infierno, el cual fue escrito décadas atrás y por tanto bebe de las fuentes que le llevaron al éxito. Cuento potente, desagradable a ratos y con su sentido del humor (negro, muy negro) característico.

Aunque si hablamos de volver a las fuentes originales, nada mejor que N, un relato que, mediado el libro, insufla no un soplo, sino toda una ventolera de aire fresco. Mediante N volvemos atrás en el tiempo, ya no solo a la época en que escribió La niebla, sino mucho más atrás, cuando Lovecraft asustaba con sus relatos y los primigenios campaban a sus anchas por Arkham. Solo por el hecho de haber leído esta joyita que escondía el libro me ha merecido la pena reconciliarme con el resto del libro.

En fin, una montaña rusa escrita, momentos altos y momentos muy bajos. Desde mi punto de vista un libro a tener...en tapa blanda.

Lo mejor: Que King es muy consciente de que ha dejado de lado la escritura de relatos y que simplemente sintió el gusanillo tras actuar de jurado en un certamen de relatos. N.

Lo peor: algunos relatos soporíferos, mediocres y predecibles.

Ahora a por el siguiente libro.

jueves, 18 de febrero de 2010

Realidad alternativa

Hoy me he levantado dando un salto mortal (Hombres G dixit) y he decidido que en vez de ir a mi hotel me marchaba al Programa de Ana Rosa. Allí me he sentado en su mullido sillón y he comenzado a hablar de gente de la que no tenía ni idea pero de la que me he inventado unas cuantas cosas que dan vidilla a esta televisión que sufrimos. Tanto les ha gustado que hasta me han invitado al Sálvame de por la tarde, pero he tenido que negarme porque me esperaban en la obra. Cuando he llegado he diseñado los planos de un edificio, pero teniendo en cuenta que soy de letras y que no me acuerdo ni de cómo hacer una ecuación, pues sé que se va a caer a los dos días de haberlo construido, si llega. Pero no me importa, porque ya habré cobrado el diseño.
Después de tan arduo trabajo he dudado entre ir al hospital a operar de apendicitis a un paciente (ahora, con la seguridad social actual, más paciente que nunca), o irme al partido del Real Madrid contra el Barça. Me apetecía moverme un poco, así que me he plantado en el Camp Nou, he entrado en el vestuario, me he puesto la camiseta azulgrana y he salido al césped. Ni me he acercado a Iker Casillas (por cierto iba a mi instituto, pero esa es otra historia que ya os contaré otro día, la famosa hornada que salió de Móstoles), y de hecho prácticamente no he tocado pelota, pero he pegado una patada a CR) y aunque me han sacado una tarjeta roja me he quedado muy relajado. Y lo más gracioso es que la gente, a lo largo de todo el día, me ha aplaudido, me ha vitoreado y ha gritado mi nombre.

No todos servimos para todo, señores, los hay que comentan, que operan, que diseñan, y que juegan al fútbol. Y también los hay que escriben.
Por eso mismo me molesta ver que grandes hermanitos, tertulianos de poca monta y futbolistas más preocupados por cremas y fiestas que por jugar, se dediquen a escribir (o eso dicen, que algún negro debe haber por ahí, ¿verdad, Ana Rosa?).
Y me molesta más que haya gente que haga colas para sacarse una foto y que les firmen el libro que, se supone, ellos han obrado.
Me molesta, digo, porque desde que llevo en este mundillo he conocido gente y he leído obras que merecen, por su calidad, esa fama, ese contrato con la gran editorial y ese número de ejemplares vendidos que los personajillos que arriba menciono sí que consiguen.
Que el mundo es injusto, lo sabemos. Que el mundo está comenzando a volverse imbécil, eso me estoy dando cuenta en los últimos tiempos.
Ahora os dejo, que tengo carrera de Fórmula 1 en el circuito de Montmeló.

lunes, 8 de febrero de 2010

Promesa

y aquí os dejo el cuento que llevé a la kedada, espero que os guste.



PROMESA

Cada vez que llegan estos días del mes me pongo nervioso. Por muchos factores, pero el principal de ellos es que llevamos tres años intentándolo y de momento no hemos conseguido resultados, no he cumplido lo que le prometí el día que le pedí que se casase conmigo.
Tres años de decepciones con las primeras manchas mensuales, con altibajos emocionales por no conseguir lo ansiado, con ese leve sentimiento de envidia que te corroe cuando ves que tus amigos viven el momento que a ti te es negado.
Tres años deseando ser padres sin conseguirlo.
Pero hoy es el día. La noche, mejor dicho. Según el calendario ginecológico debemos intentarlo ahora que ella se encuentra en su momento álgido de fertilidad.
Me toma de las manos y caminamos silenciosos hasta la habitación. A oscuras recorro su cuerpo desnudo, de sobras conocido, y nos fundimos en un abrazo.
Siento una leve presión en el pecho, pero no le doy importancia. Sí, últimamente voy a cien por hora en todos los aspectos de mi vida, pero ahora simplemente tengo que disfrutar de su compañía. No importa el tiempo allí, en nuestro particular universo. La miro y veo sus ojos cerrados, tal vez dirigiendo una plegaria a su Dios, rezando para que esta vez sea la definitiva.
La presión en mi pecho se hace más fuerte y siento dolor. Mi torso se estremece, pero ella no lo siente.
Al momento siguiente me encuentro a los pies de la cama. Mi cuerpo permanece unido al de mi mujer, y se mueven en consonancia, pero mi esencia se ha separado de ellos. Observo extrañado la escena, mientras escucho unas voces que me llaman desde el otro lado de la puerta, esa plancha de madera que en los momentos de intimidad cerramos para que nos separe del mundo. Voces al otro lado, voces que me llaman y me piden que me una a ellos.
Estoy asustado, porque en este nuevo estado comprendo muchas cosas. Veo mi cuerpo moverse, pero sé que está muerto. Paro cardíaco, dictaminarán, algo extraño en alguien de mi edad. Pero extraño no es lo mismo que imposible, ¿verdad?
He muerto, y sin embargo algo anima mi cuerpo, algo le permite seguir esa íntima comunión con ella, a pesar de que no me encuentro dentro de él. ¿Qué es? Me doy una metafórica palmada en la frente. Está claro que aquello que mantiene mi cuerpo activo es mi amor por ella, y la firme convicción en la promesa que le hice. Aquel día le aseguré que la convertiría en La madre de mis hijos y, vivo o muerto, es evidente que pienso cumplirlo.
El clímax llega, finalmente y con ese curioso orgullo que todos los hombres poseemos me digo que no he estado tan mal, sobre todo para estar muerto. Entonces me doy cuenta de que el comentario no tiene nada de gracioso y, si pudiese, lloraría.
Mi cuerpo se separa del de ella y cae de manera pesada hacia un lado. Ella recupera lentamente la respiración, tumbada boca arriba. Es increíble, no se ha dado cuenta.
La miro, pretendiendo ignorar a las voces que me apremian desde el otro lado de la puerta. Quiero verla el máximo tiempo posible, porque me temo que en cuanto salga de la habitación nos separaremos durante un largo tiempo. Ella me pregunta si me he dormido y, claro, no puedo contestarla. No al menos con una voz que ella oiga, aunque os juro que estoy gritando.
Entonces lo siento, percibo algo en ella. Parte de mí ha conseguido echar raíces en su interior, objetivo conseguido. Una diminuta vida comienza en su útero, he cumplido mi promesa. Bueno, mi cuerpo ha cumplido su promesa.
Me gustaría decirle una vez más que la quiero, y que quiero que sea muy feliz, pero sé que no me va a escuchar, por lo que ni lo intento. Pienso con tristeza que no veré la cara de mi hijo, pero me consuelo al saber que no la dejo sola, que le tendrá a él. Porque es un niño, eso también lo sé, un niño al que pondrá mi nombre.
Me giro y camino hacia la puerta. No necesito abrirla, y no quiero intentarlo por si lo consigo y la asusto. En vez de ello la atravieso y echo un vistazo al pasillo. Vaya, lo que hay aquí no parece que esté tan mal, ¿no?
Escucho en ese momento el grito, la comprensión que, finalmente, ha llegado hasta ella.

kedada literaria 3.0

El sábado día 6 un grupo de aficionados a las letras nos reunimos en Badalona como llevamos haciendo desde Junio del año pasado en intervalos de 3 o 4 meses. Esta era la tercera reunión, y el balance fue muy positivo, con un número creciente de asistentes, en esta ocasión éramos nueve personas, dos más que en la anterior, y en la próxima superaremos la decena, ya que hubo gente que no pudo venir pero no por falta de ganas.

Repetidores nos encontrábamos Montse (conocida como Elisabet por estos lares), Xavi (nuestro Grendelkhan de Prosófagos), Carolina (que sigue sumando proyectos y futuras ediciones de sus novelas, ¡esta chica no para!) y yo.

En cuanto a los nuevos asistentes nos encontramos con Laura, que nos llevó a su retoño al que ahora está dando forma, Domingo (que es todo un poeta nos leyó un texto, según él el peor de los que había escrito,y nos dejó a todos asombrados), Antonio (con su proyecto de fantasía ambientada en nuestro mundo y del que tenéis buenas muestras en su web:www.astralis-saga.com), Paul (escritor de novela negra y que con un retazo de su segundo manuscrito nos transportó hasta la convulsa y sangrienta toma de la Bastilla), Pedro (que nos presentó su novela Vestigios de Raza, un mundo gobernado por el agua y que, la verdad, tiene buena pinta) y Javier (zoquete para los prosofágicos, que llegó casi al final pero con el que mantuvimos Xavi, Laura y yo una interesante conversación sobre la naturaleza de los blogs en el trayecto de vuelta en el coche).

Apuntamos como faltantes a Isabella y a Janet, así que chicas la próxima vez no podéis no asistir, que véis que pasamos lista.

Tras las presentaciones de los nuevos asistentes comenzó la conversación-debate sobre el tema escogido, el e-book y su repercusión. Como gente de letras que somos, claro, la mayoría nos mostramos en desacuerdo con el aparatito y sus funciones, con la salvedad de Antonio y de mí, que levemente defendimos algunas de sus ventajas, si bien es cierto que Xavi dijo una de las cosas más acertadas, y es que ha nacido para morir, aunque convinimos que tal vez no debía morir sino mutar a algo más perfeccionado y con más prestaciones. Pero vamos, somos gente que adoramos pasar páginas y oler las páginas de un libro nuevo y estábamos de acuerdo en que no hará desaparecer la literatura tal y como ahora la conocemos aun con las ventajas que tiene como el ahorro de espacio (necesario en casas como la mía, todo hay que decirlo).

La conversación derivó en las ventajas e inconvenientes de subir nuestra obra a la red, y aquí sí hubo un poco más de debate, sobre todo en la cuestión de pirateos, ceder gratis nuestras obras,... no os cuento más, sobre todo para que os quedéis con ganas de asistir a la próxima, je, je. No, en serio, os aseguro que fue una conversación interesante.

La última parte de la kedada la dedicamos a leer algo de lo que habíamos llevado (punto negativo para mucha gente, ellos saben quienes son, que no hicieron los deberes, je, je). Hoy subiré una segunda entrada al blog con el cuento que leí para que lo destripéis a gusto.

Y cuando nos quisimos dar cuenta era hora de marcharse, así que cogimos nuestros bártulos, así como un ejemplar de cada uno de los cuatro números de la revista Prosofagia que gentilmente nos llevó Montse, así como la entrevista digital que se hizo a Julio Maruri para la misma revista. Gracias por el detalle, amiga.

Así que ahora, como siempre, emplazaros a la siguiente reunión, prevista para fines de Abril, e invitaros a los que podáis y queráis venir.

viernes, 29 de enero de 2010

Calma chicha

Esta semana está pasando leeeenta y sin contratiempos (es que la semana pasada pinché una rueda y uno ya no está para estos sustos), así que aprovecho la entrada para anunciar varias cosas.

La primera de ellas es que el sábado 6 de febrero está organizado un nuevo encuentro literario en Barcelona (bueno, en concreto en Badalona). La última vez nos juntamos siete personas y es previsible que esta vez el número aumente. Por supuesto contamos con todos los que queráis venir, comenzaremos a las 17:00 horas y charlaremos sobre el e-book y las nuevas tecnologías, estableciendo un pequeño debate. Además también habrá tiempo de leer, el que lo desee, algún relato o cuento corto, un fragmento de su manuscrito,…
En fin, solo me puedo basar en mi experiencia en los dos anteriores encuentros y os aseguro que lo pasamos muy bien, aprovechamos el tiempo contándonos peripecias varias, aprendimos de las experiencias de los compañeros y, en definitiva, el tiempo pasó volando y lamentamos no disponer de más. Así que lo dicho, estáis todos invitados. La dirección es:
- ARSIS
C/ General Weyler, 257
Badalona

El centro se encuentra entre las estaciones de Gorg y de Pep Ventura, así que ambas sirven. Por tanto os esperamos, ¿eh? ¡No faltéis!

El segundo tema que quería comentaros es que de nuevo comienza el Taller de escritura Creativa al que estuve apuntado, si bien con nuevo temario. Las clases serán los sábados, 2 horas 6 sesiones. El problema, claro, es que es en Caldes de Montbui, a 20 kilómetros de Barcelona. Pero si os pilla cerca me remito al tema del encuentro literario, es interesante y de tener posibilidad de asistir os lo recomendaría.

Por último, pero no ello menos importante (para nada, de hecho), ya tenemos en las librerías el primer libro de Teo Palacios: HIJOS DE HERACLES. Trescientas veinte páginas repletas de historia, intrigas y batallas a las que estoy deseando echar el diente. Mañana, que voy a Barcelona, tengo cita obligada con la FNAC.
Teo es una maravillosa persona, y para los que no le conozcáis es el autor del blog Fantástica Literatura, al que podéis acceder desde la derecha de estas líneas. Quiero resaltar de Teo y poner de manifiesto su humildad como persona y su generosidad a la hora de compartir sus conocimientos para ayudar a los demás. Si hace algo más de un año yo no hubiese dado por casualidad con su blog seguramente ahora no me encontraría aquí contándoos estas cosas.
Teo: FELICIDADES, disfruta del nacimiento del niño y de su (seguro) crecimiento, que te lo mereces (y por cierto a ver cuándo vienes por estas tierras, que me tendrás que firmar mi ejemplar, ¿eh?)

sábado, 23 de enero de 2010

Retomando la actividad

Después del parón navideño y de un par de semanas que me he tomado de respiro ha llegado el momento de retomar el camino y he comenzado la segunda etapa de Nigromantia el lunes pasado.
Por un lado me estoy dedicando a escribir el segundo tomo de la trilogía, y por otro he comenzado la corrección del primero (con un título provisional de La Esfera Carmesí). Y es curioso, pero estoy consiguiendo de momento mantener esas dos tareas alejadas entre sí. El principal miedo que tenía cuando me planteé qué escribir a continuación fue que tramas, personajes y desarrollo de una de las partes influyese en la otra, y cuando he comenzado con la corrección me he dado cuenta de que tiene su propia vida y personalidad. Ayuda el hecho de que los argumentos transcurren por senderos diferentes, pero he de confesar que es un alivio.
Porque uno de los problemas que siempre he tenido es la corrección. Me cuesta reescribir una y otra vez, en parte porque tengo la impresión de que por muchas veces que lea un texto siempre me va a parecer que hay que cambiar algo, por lo que llega un punto en que me planteo no tocar más ese texto en cuestión, no quedándome tampoco satisfecho con esta solución.
Es evidente que he pulido mucho mis manuscritos, de vez en cuando cojo Neogen en su primera versión y me sonrojo de los errores garrafales que cometía, nombres cambiados y capítulos que por suerte tiempo después eliminé. Pero me supuso un enorme esfuerzo llegar a conseguir todo ello, y aún a día de hoy hay veces que me planteo echarle un nuevo vistazo.
Creo que esta vez sin embargo será más fácil. Neogen lo escribí durante cerca de cuatro años y espaciar tanto tiempo la escritura conlleva una lógica variación en cuanto a estilo, léxico e incluso madurez, y uno de los retos a los que me enfrenté con su corrección fue conseguir un estilo homogéneo, desechar expresiones que ya no utilizaba y conseguir que no se notase la diferencia entre los primeros y los últimos capítulos. Sin embargo, escribir La Esfera Carmesí me ha tomado apenas seis meses, por tanto ahora no me encuentro con ese problema, algo es algo.
Lo que me está sucediendo es algo muy curioso y que no creí que pudiera pasarme. Ya os conté que mientras escribía La Esfera Carmesí la experiencia me resultó muy diferente a la de los anteriores manuscritos, y pienso que ahora veo el resultado. El lenguaje es fluido, y a pesar de la celeridad con que rematé el proyecto no percibo la necesidad que tenía durante la escritura de mis dos anteriores trabajos (ya os conté que en aquellos años podía escribir de manera desaforada durante unas semanas y después no tocar el manuscrito en meses). Me siento, fijaos lo que os digo, casi más a gusto con este manuscrito y su corrección que con la escritura de Ka-Tel, que llegó a ser una carga en los últimos capítulos por todo lo que conllevaba aquel manuscrito.
Claro que llevo solo cinco capítulos corregidos, pero tengo pocas palabras o frases marcadas en rojo, y eso debe significar algo, ¿no?
Aunque me temo que cuando llegue al último tercio del manuscrito me encontraré con dificultades, claro está. Es la parte que me tiene menos convencido y ya sé que reescribiré por completo como mínimo un par de capítulos. Pero ya veremos cómo cruzar ese precipicio cuando lleguemos a él.
De momento, travesía lenta y calmada, con nubes en el horizonte pero que de momento se hallan lejos. Y que dure.

viernes, 15 de enero de 2010

¿Quién vigila a los vigilantes?

En esta época, en que la psicosis por la seguridad hace que nos saltemos las libertades personales y los rayos X invaden tu intimidad, he recordado una antigua serie de comics y la he releído en estos días.
El comic-novel gráfica-obra maestra en cuestión es Watchmen, guionizado por Alan Moore (también guionista de V de Vendetta o From Hell) y dibujado por Dave Gibbons.
La frase que da nombre a esta entrada es uno de los pilares sobre la que se asienta esta serie de doce números recopilados ahora en un inmenso tomo.
La acción nos sitúa en los años 80 de una realidad alternativa en la que los Estados Unidos ganó la guerra de Vietnam y Nixon está próximo a ser reelegido presidente. En esa realidad existen unos justicieros enmascarados que nada tienen que ver con Superman, los X Men y otros superhéroes. Básicamente la serie es una reconstrucción del mito de los superhéroes, desmitificándoles y haciéndoles parecer ruines en ocasiones.
Pero eso es solo una de las láminas de la cebolla. El mérito de la obra lo tiene casi por completo el guión, que con sutiles palabras nos explica el pasado de los personajes y va abriendo diversas sub-tramas que enriquecen el universo, capas que se superponen unas sobre otras, como por ejemplo la historia sobre piratas que lee un chico al lado de un puesto de periódicos, en ocasiones tenemos en una viñeta una escena pero queda silenciada puesto que en el bocadillo de la viñeta aparece escrito lo que el chaval va leyendo, mareando a veces pero dejándote gratas sorpresas muy a menudo.
No os voy a contar mucho, no os voy a hablar del doctor Manhattan o de la Guerra Fría latente durante toda la historia, que hace que el reloj del holocausto nuclear camine inexorable hacia la hora fatal, motor de los acontecimientos que llevan al final de la obra.
Y no lo voy a hacer porque en su día quien me recomendó esta obra me dijo lo mismo que os voy a decir ahora mismo: descubridla por vosotros mismos, leer y releer sus páginas buscando las diminutas claves de las que está plagado el texto para comprender la riqueza y la perfección de la obra.
Si no os llaman la atención los comic o no podéis haceros con él, siempre queda la opción de ver la película, que salió el año pasado. Aunque es un poco más violenta en algunos puntos que su versión en papel, está muy trabajada y bien llevada a cabo, tal y como su director, Zack Snyder, hizo hace un par de años con 300. Y, eso sí, no os perdáis ni un segundo de los créditos iniciales de la película, ¡qué forma de contar tanto en tan poco tiempo!
Y si podéis, claro, leer el comic y ver la peli, je, je.

miércoles, 6 de enero de 2010

Adiós, 2009, adiós

Entrada dedicada a la retrospectiva, por ser la primera del nuevo año.
En Marzo de 2009 abrí este blog. Por aquel entonces sabía poco (muy poco) de este mundillo. Había terminado hacía poco mi segunda novela y me sentía desanimado por los rechazos que recibía de editoriales una y otra vez. Por supuesto las palabras “agente literario” me sonaban a ciencia ficción. Ahora miro para atrás y me río.
En menos de un año he cumplido muchos de los proyectos que tenía. Algunos ya los conocéis, como escribir mi tercera novela en un período record (al menos para mí, las dos novelas anteriores me tomaron años, y ésta en seis mesecitos está lista para ser corregida), o apuntarme a un taller de escritura.
Otros proyecto cumplido ha sido conocer gente con intereses afines y poder reunirme con ellos de vez en cuando. Esto lo he conseguido gracias a las famosas “kedadas” en Barcelona, en Febrero será la tercera y ya en la última nos reunimos un grupo majo. Aprovecho para invitaros a la próxima, si os pilla por la zona, ya informaré de día y hora exactos. Y un saludo, compañeros, que sé que andáis por aquí.
En fin, un año fructífero, pienso. Es cierto que no he conseguido contrato con ningún agente, ni estaré en las librerías en un futuro próximo, pero de hecho ese tema lo tengo aparcado. no quiere decir que no me apetezca hacerlo, pero después de haber estado como loco buscando agente y editorial, por primera vez en meses siento que quiero disfrutar simplemente de escribir la segunda parte de la trilogía de Nigromantia y de corregir la primera.
Quiero agradeceros por último lo mucho que he aprendido de vosotros y de vuestros comentarios y blogs e invitaros a que nos adentremos juntos en este año 2010, el año del e-book, como ya dicen algunos. a ver en qué se convierte todo esto.