miércoles, 26 de agosto de 2009

Top Ten

Llevo un par de semanas bastante liado, entre el trabajo y que mi novia y yo estamos comprando un piso (mirar, comparar, hipoteca,…) no ando sobrado de tiempo.
Aparcada está también la novela, aunque he acabado la primera parte y está siendo corregida, y el calor parece que merma mi creatividad.
Por tanto quiero dedicar esta entrada a algo ligeramente diferente. Ya que un blog tiene mucho de diario personal, quiero hoy escribir los diez libros de ficción que más me han marcado, mi particular top ten. En ocasiones serán un grupo de libros, pero a todos los efectos los considero uno. Y evidentemente no voy a hablar de los míos, que estarían en primer lugar, je, je.
Así que vamos allá:

- Número 10: “La Historia Interminable”, de Michael Ende. Lo leí cuando tenía siete u ocho años, y su fantasía desbordante me traslada a las páginas, hasta el punto de soñar que me encontraba con Bastian (Baltasar Bux), de camino a la Torre de Marfil. ¡Anda que no di la lata a mis padres para que me llevasen a ver la película, y la decepción que me llevé cuando descubrí que sólo contaba la primera parte del libro!

- Número 9: “Momo”, también de Michael Ende. Lo leí también en mi primera década y recuerdo que me obsesioné con la posible existencia de los hombres grises. Ahora, visto con perspectiva, me doy cuenta de lo acertada que era la visión de Ende con respecto al futuro, nuestro presente. Pienso que es un libro que debería ser lectura obligatoria en los colegios.

- Número 8: La Trilogía de “El Juez de Egipto”, de Christian Jacq. Siempre me ha fascinado la cultura egipcia, y leer aquellas páginas me sumergió en su cultura, su arte y su modo de vida. Me enganchó desde las primeras páginas, con “Los Conjurados” asaltando la gran pirámide, e impresionante el trabajo hecho con el personaje de “El Devorador de Sombras”, hasta ahí puedo leer.

- Número 7: “El Ocho” (que no, el siete, je, je, lo siento, chiste fácil), de Katherine Neville. El primer título que leí de un género en la actualidad demasiado explotado, con un final inesperado para mí, de los que más me ha sorprendido en la vida, y eso que se dan numerosas pistas a lo largo de la trama. Por cierto, la segunda parte no me gustó nada.

- Número 6: “El Principito”, de Antoine de Saint-Exupery. Cada dos o tres años lo leo de nuevo, y siempre encuentro matices diferentes. Si hay un libro para todas las edades, es éste.

- Número 5: “Las Amistades Peligrosas”, de Choderlos de Laclos. O como dos seres aburridos de su banalidad dan rienda suelta a su maldad para hacer la vida imposible a los que le rodean. Escrito en forma de misivas entre los diversos personajes, impagable el renglón: “Pues bien, la guerra”. Los que lo hayan leído saben a qué momento de la historia me refiero. De las dos películas que hay, me quedo con la de Malkovich y Close.

- Número 4: “El Señor de los Anillos”, de Tolkien (no escribo el nombre completo para abreviar). Aquí añado además “El Silmarilion” y “El Hobbit”. Recorrer La Tierra Media, luchar con orcos, tratar de imaginar a Sauron y estremecerte con la llegada del Balrog. ¿Quién no ha disfrutado con su lectura? Yo ya me lo he leído tres veces, y en medio año aproximadamente lo empezaré de nuevo.

- Número 3: “Un Saco de Huesos”, de Stephen King. Es difícil que un libro de terror, y del señor King, para más INRI, haga llorar. Y conmigo lo consiguió. Una historia de amor con fantasmas de por medio que ríete tú de “Ghost”.

- Número 2: la septalogía de “La Torre Oscura”, de nuevo de Stephen King. Cabalgar junto a Roland, conocer a Eddie, Susannah, Jake y Acho, montar en Blaine, y muchas otras experiencias vividas a los largo de sus cerca de tres mil páginas. Los tres últimos tomos sin embargo son demasiado apresurados y pierden calidad con respecto a los cuatro primeros, aunque el final, guste o no, es el que debe tener.

- Número 1: la trilogía de “Los Tres Mosqueteros”, de Alexandre Dumas. Aventuras en el primer libro, con personajes legendarios como Milady de Winter o el mismo Richelieu, y más tarde la caída a la ruindad de los personajes en los tomos siguientes, intrigas versallescas y desenlace sorprendente incluido. ¡Ay Milady, Milady, cuánto juego diste!

Y ya está, para los que hayáis llegado hasta aquí, ¿coincido con vosotros en alguno o varios de los libros, y vuestras experiencias fueron similares

miércoles, 19 de agosto de 2009

Hoy va de tecnología

Hay un invento que me tiene particularmente interesado en estos últimos tiempos. Se trata del Kindle y similares.
Supongo que todos habéis oído hablar de él, pero por si acaso explico brevemente para qué sirve.
Básicamente, el Kindle es un reproductor de e-books, la pantalla es de tinta líquida y el aparato en cuestión es de reducido tamaño, cabe en un bolsillo. Algunas de las ventajas que tiene es que se puede adaptar el tipo de letra para hacerlo más grande o más pequeño, no cansa la vista como lo hace la pantalla del ordenador, y permite reproducir otros tipos de archivos, incluso de sonido, si bien la pantalla es en blanco y negro, con cuatro escalas de grises y por tanto no es apto para reproducir imágenes. Actualmente el aparato se puede conseguir en Amazon pero, si la información no me falla, solo en estados Unidos. Aquí no obstante ya tenemos compañías que han fabricado aparatos similares, como el PRS de Sony o el Papyre 6.1.
Y claro, el debate en el mundo editorial ya existe. La tecnología apenas está implantada, y debe abaratarse para ser mayoritaria, pero sus adeptos crecen día a día y ya tiene tanto fervientes defensores como acérrimos detractores.
En el primer bando tenemos a quienes abogan a favor de la tecnología y sus avances, el ahorro de espacio físico al poseer los libros en formato virtual, y al abaratamiento de costes al eliminar intermediarios, lo cual redunda en menor coste de venta (y mayores beneficios para el escritor, motivo por el cual muchos autores abogan a favor de esta tecnología).
Por otro lado, las personas que lo atacan alegan la pérdida de puestos de empleo, la piratería y la falta de calidad, tema ya tratado cuando hablé de la autoedición, pues al desaparecer la figura del editor o del agente, pueden salir al mercado múltiples obras de calidad ínfima (de nuevo la masificación y las erratas salen a escena).
Ambas posturas son entendibles, pero yo me pongo del lado de los que están a favor, si bien con reservas. Es cierto que mi casa es pequeña y ya no me caben muchas más estanterías para libros, pero también es cierto que ninguna maquinita va a quitarme el placer de poder abrir Los Tres Mosqueteros y disfrutar un rato de su lectura. Otra de las ventajas que veo es que por fin un mismo libro podrá ser leído por personas diferentes, me explico. Tal vez yo tenga buena vista y pueda leer un mamotreto de ochocientas páginas con letra ínfima, pero tal vez mi novia, o mi madre, no puedan hacerlo porque el tamaño de la letras les dé dolor de cabeza. En tal caso se aumenta dicho tamaño y asunto arreglado. Y si encima no cansa la vista como lo hace por ejemplo leer en la pantalla. No me gusta tampoco el victimismo de los libreros al decir que se verán obligados a cerrar. No me gusta porque no es verdad, los cines no han cerrado con la llegada del vídeo, del DVD o del Blu-ray. En lugar de ellos han evolucionado y ahora es posible ver películas en 3-D o jugar a vídeojuegos, por ejemplo. Evolución, esa es la clave. En cuanto a la piratería en el mundo literario… ¿verdaderamente no estamos acostumbrados a ver verdaderas antologías de autores subidas en formato PDF? No es un tema nuevo, y la aparición de estos aparatos no va a suponer un aumento significativo, a mi parecer.
Acabo con una simple reflexión, siguiendo con el tema cinematográfico: a todos nos sucede que hay películas que queremos ver en el cine y otras que vemos tan a gusto en DVD, con nuestra pareja en el sofá. Con este asunto del Kindle y similares pienso que sucederá lo mismo, habrá libros que disfrutarás tocando sus páginas y viendo su portada, y otros que podrás leer tranquilamente en el aparatito en cuestión. Pero claro, cualquier avance de este tipo da miedo, claro.
En fin, que hace falta que de todas formas se comercialice por el resto de países y que su precio baje. Entonces veremos si es la amenaza que algunos creen.

jueves, 13 de agosto de 2009

¿Dónde habrá ido a parar?

Ayer, viendo una película por la noche, me sucedió lo que de un tiempo a esta parte me sucede con más frecuencia. Sabía, a los veinte minutos de película, qué iba a suceder. El problema es, como os he dicho, la frecuencia con la que últimamente me pasa. También me ocurrió lo mismo con el último libro que leí (no con el penúltimo, Blanca, ese sabes que me gustó, je, je), a trescientas páginas del final sabía por dónde iban los tiros.

Parece que la palabra remake está de moda últimamente, por todos lados veo coches fantásticos, sensaciones de vivir, asaltos a trenes Pelham,… Ya lo último, se prepara una película de esa excelsa serie de David Hasselhof y Pamela Anderson, ¿ya adivináis cuál?

El problema es que pienso que nos hemos apalancado, si algo funciona tratamos de alargarlo o, si tiene ya unos añitos, preparamos un remake y ya está. Y esto no solo sucede en el cine y la televisión. También en el mundo de la literatura que me encuentro que escritores reconocidos se reescriben con más frecuencia, o se apalancan en una temática y no salen de ella, ya que saben que es lo que les da fama, público, y dinero.

Dicen que todo está escrito, y tal vez sea verdad, pero hay formas de reescribirlo, se pueden dar diferentes enfoques o buscar otros medios, dar salida a tu idea de manera novedosa y original. Cualquier cosa mejor que, pienso, copiar o calcar sin más.

Vivimos por tanto en una sociedad en la que, salvo por honrosas excepciones (hay cierta serie sobre una isla que…), la imaginación parece haberse ido de vacaciones. Y lo más gracioso de todo el asunto es que simplemente lo parece. Hablando de literatura, he leído escritos que he leído de gente que pasa por aquí y a cuyos blogs podéis acceder desde aquí al lado, y os puedo asegurar que son buenos, y que no desmerecen para nada a según qué novelas o guiones cinematográficos. Pero somos noveles, y aunque algunos ya están dando sus pasitos, y otros esperamos darlos dentro de poco, ahí estamos, en un punto en el que prácticamente no existimos. Paradójico, ideas sin voz y voces contando incesantemente lo mismo, ¿en qué mundo vivimos?

Bueno, eso está claro, en el de grandes hermanos, sálvames y operaciones triunfo. Más circo y más pan, ya lo decían Amistades Peligrosas.

En otro orden de cosas, y aprovechando para hacerme un poco de propaganda, je, je, tras registrar el cuento del que os hablé la semana pasada, lo envié a la página de Horror Hispano (www.h-horror.com) y desde hoy podéis leerlo allí, o sea que ya sabéis, a acribillarlo.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Una semana rara

Hace mucho calor en Barcelona, y encima en la zona en la que vivo, a pesar de no estar en la costa, sí que tengo bastante humedad, es decir, todo lo malo y nada de lo bueno de estar cerca del mar.
Por ello tal vez llevo días que no me encuentro con fuerzas, o ganas, para abordar un nuevo capítulo de la novela que hasta hace tan poco tiempo llevaba tan bien. Hace poco Elisabet, a cuyo blog Andanzas de una escritora en busca de editorial podéis acceder desde aquí al lado, hablaba de los talismanes y la música que a todos nos ayudan a concentrarnos a la hora de ponernos frente al teclado. Yo hago uso del mío, pongo el reproductor de música con mis mp3 predilectos y me siento confiado, a la vez que pienso que los que nos dedicamos a escribir somos muy supersticiosos, tenemos cantidad de ritos y manías.
Y ni por esas, escribo un par de líneas y me levanto frustrado de la silla, directo a la ducha bien fría para quitarme el calor, aunque sea por unos minutos.
Y en eso que ayer, caminando por la calle, yendo a trabajar, me asalta una idea. Como siempre, una visión de algo cotidiano, que hace que en ese momento brote una historia, un pequeño cuento. En fin, que os podéis imaginar el día que pasé, contando los minutos para que se marchase mi jefe y poder escribir, pues verdaderamente sentía la necesidad de hacerlo, y sentía, por raro que pareciese, que debía escribirlo allí, en el Hotel (por si nol o he contado nunca, que creo que no, soy subdirector en un Hotel), no en mi ordenador ni con mi música.
Resultado, en media hora cuento terminado (cuatro folios, no es muy largo, eso sí), y esa sensación de plenitud que uno tiene cuando acaba algo, sea un cuento o una novela de cuatrocientos folios.
Llegué a casa y se la entregué a mi novia, que muy a su pesar está obligada a leer todo lo que escribo (y os aseguro que ella es más de Cumbres Borrascosas que de El Resplandor, por lo que lo lleva un poco mal, sinceramente. Bueno, pues como os contaba lo leyó y le encantó (es un decir, el cuento es de miedo). Y la pobre se ha pasado toda la noche con pesadillas, esta mañana me miraba con muy mala cara antes de irse a trabajar.
Aprovecho para deciros que una vez lo revise, enviaré el cuento a la página de Horror Hispano, www.h-horror.com. Es una página que, por cierto, recomiendo a los amantes del terror y del suspense, de todas formas otro día hablaré de ella, pero os adelanto que se pueden subir relatos, y que incluso ya cuenta con un primer número de su fanzine.
Total, que todo esto para contaros que, como supongo que os pasa también a muchos de vosotros, uno no escribe lo que quiere, sino lo que puede.