miércoles, 30 de diciembre de 2009

Papá Noel

Motivos varios me han mantenido lejos de un teclado estos días, así que con un poco de retraso os traigo esta entrada.
Resulta que el día de Navidad, entre los paquetes de regalos (hemos sido muy buenos este año), encontré uno en el que ponía "Para los lectores del blog". Y yo, como soy un mandao, pues os lo hago llegar, je, je.
Por cierto el señor de rojo dejó una nota deseándoos una feliz entrada en el 2010 y esperando que su regalo os guste.
Hasta el el año que viene.


NIEVE


Como cada noche, al terminar de trabajar, Teresa cruzó la acera y entró en el bar de Pedro. Estaba casi vacío, a excepción de una pareja que en una apartada mesa bebían unos cafés con leche mientras conversaban animadamente. Pedro leía el periódico, acodado en la barra, y cuando vio entrar a teresa sus ojos se encendieron.
Se conocían desde hacía ocho meses, cuando ella fue destinada a la nueva oficina. Una noche, tras el turno, bajó a la calle a buscar algo que estuviese abierto para beber cualquier cosa y encontró esa cafetería, justo enfrente. De inmediato quedó atrapada por la simpatía de Pedro y por el café que este preparaba. Y poco a poco su relación fue transformándose en una rara familiaridad entre ellos, de esas extrañas que nunca te planteas que puedan aparecer en tu vida.
Hoy venía sin embargo a despedirse. Al día siguiente, veinticuatro de diciembre, viajaría hasta su ciudad natal, a setecientos kilómetros de allí, para encontrarse con su familia y pasar las fiestas en su compañía. Y para cuando volviese, a primeros de enero, él habría cerrado el bar. Las ventas en aquel barrio decaían y él se trasladaba al negocio de sus padres, derrotado por no haber conseguido sacar a flote ese bar que con sus ahorros había montado. Simplemente, y de la noche a la mañana, Pedro desaparecería de su vida. Daba lo mismo que se trasladase a otro lado de la ciudad o a otro continente, ella no tenía ninguna excusa para ir a verle, al menos así lo sentía. En apenas diez días perdería a la única persona que apreciaba de veras en la ciudad. No podía llamarse sin embargo amistad, porque lo que les unía simplemente era ese café nocturno que los dos tomaban cuando todos los clientes se habían ido.
Pedro asimiló la noticia de la despedida en apariencia bien, aunque solía ser poco expresivo, con lo cual ella no estaba segura de hasta qué punto esto le afectaba.
—Bueno, lo importante es que mañana estarás con los tuyos por la noche —dijo él, mirándola con esos ojos grisáceos que daban un toque de luz en su rostro— Es una noche muy especial.
La pareja de la mesa se levantó en ese momento y, tras pagar, se marchó. Pedro apagó las luces y salió de detrás de la barra.
—Ahora mismo preparo el café, y tienes cara de hambre —observó él—. ¿Quieres que te prepare algo?
—Una hamburguesa, por favor —pidió ella, que no había comido nada desde la hora del desayuno.
Se levantó sorprendida cuando oyó que él trajinaba en la cocina.
—¿Tenías apagada ya la plancha? —preguntó, asomándose a través de la cortina que separaba la cocina de la barra.
—Sí, pero da igual, lo sabes.
Ella se acercó y le dio un fugaz beso en la mejilla.
—Eres un cielo. Y te la pago, ¿eh?, no como la última vez.
—Anda, calla, total ya no importa mucho, ¿no? —Él sonrió tristemente y ella se sintió conmovida por los sueños rotos de Pedro.
Entre que él puso mucho esmero en la preparación y que ella estaba verdaderamente hambrienta la hamburguesa le supo a gloria. Después, tomaron el café, el último café, y charlaron.
Cuando se dieron cuenta de la hora eran cerca de las tres de la mañana, pero ninguno de ellos quería enfrentarse a la inevitable despedida.
—Es tarde —dijo él—, déjame que te acerque a casa en coche.
Ella aceptó, sería un trayecto de unos veinte minutos y podría prolongar su compañía durante ese tiempo.
En el coche sin embargo reinó la mayoría del tiempo el silencio entre ambos. Teresa no sabía qué decir ni si lo que quería decir traería implicaciones o no. Él aparcó frente al portal de ella.
—¿A qué hora te vas mañana? —le preguntó él.
—El tren sale a las nueve y media de la mañana. Ya tengo la maleta preparada y al menos dormiré unas horitas en el viaje. —Pedro sonrió—. Dime, ¿Qué has pedido como deseo para la noche de mañana?
—Nunca pido nada, pero me gustaría que nevase.
—¿Y eso por qué? —preguntó ella, interesada.
—Cosas de fantasmas, no me creerías, pero me ella me dijo que si le fuera posible, allá donde estuviese, haría que en Nochebuena nevase, y de esa manera me demostraría todo lo que me quiso. —Unas lágrimas asomaron a sus ojos—. Pero desde entonces nunca ha nevado. —Mientras decía esto jugueteaba con un pequeño anillo que llevaba colgado del cuello con una cadena—. Pero bueno, pasaré la noche en el bar, mis padres no volverán de su viaje hasta dentro de cuatro días y no me apetece juntarme con mis amigos. O sea que entre cervezas y fotos recordaré tiempos mejores y esperaré que caiga la nieve, como siempre espero. A veces sucede, pero otras veces no.
—Bueno —dijo ella conmovida—, te llamaré desde casa de mis padres y no dejaré que te deprimas si no nieva, eso te lo aseguro, aunque luego mamá ponga el grito en el cielo por la factura telefónica, que no tienen tarifa plana. —Le tocó brevemente la cicatriz del cuello, una cicatriz que seguía siendo un misterio para ella. El sonrió.
—Vale, pero ahora súbete a casa, que además hace frío y no quiero que llegues donde tus padres constipada.
Ella obedeció caso y poco después estaba tumbada en la cama, sin poder dormir y nerviosa porque en poco tiempo estaría con su familia.
Al día siguiente Pedro bajó antes a abrir el bar y allí estuvo todo el día, a pesar de que las ventas fueron mínimas, sólo un poco de afluencia a la hora de la salida de las oficinas, compañeros que se quedaban a tomar una última copa antes de dirigirse a sus domicilios. Y la tarde se convirtió rápidamente en noche. Cuando echó el cierre y se sentó en una mesa al lado de la ventana con un álbum de fotos y la primera de muchas jarras de cerveza miró al cielo. Ni siquiera llovía. Se levantó y acercó su teléfono móvil antes de empezar a emborracharse.
Una hora después estaba completamente ebrio y sopesando la idea de irse a su casa a dormir. Pero no, ella había prometido que llamaría y esperaría al menos esa llamada. Tomó una foto de Laura, su amor perdido, aquella que se fue, y la miró detenidamente.
El teléfono vibró y emitió una leve melodía. Un mensaje. El lo leyó. Era de Teresa y sólo tenía escrita una palabra. Nieve. Un par de golpes en el cristal de la puerta lo sobresaltaron y él miró en aquella dirección. La nieve caía copiosamente, en gruesos copos que sin duda cuajarían y harían las delicias de los niños al día siguiente. No, ese día, pensó; era ya el día de Navidad y los milagros podían producirse, después de todo. Y como un milagro más ahí fuera, entre todo ese blanco, se encontraba Teresa, enfundada en un abrigo de color rojo. El corrió hacia la puerta y la dejó entrar.
—¡Por Dios, pasa, que te vas a helar! —El cerró cuando ella hubo entrado—. ¿Qué haces aquí?
—Cancelaron mi autobús —respondió ella, tras estornudar —Esta tormenta venía desde el sur y ha colapsado las carreteras hacia allí. Estoy aquí atrapada, porque no encontré otro medio de transporte, y cuando anunciaron que esta noche llegaría aquí la tormenta pensé que mejor estaría aquí contigo que en casa.
—Vale, siéntate que te voy a preparar un café y un par de hamburguesas. No has comido, ¿no? por cierto, feliz Navidad.
—Igualmente. —Ella se acercó hasta la mesa que poco antes él había ocupado—. Y deja ya la cerveza, por favor.
Pedro se metió en la cocina, sorprendido. Eran las mismas palabras que Laura pronunció hacía ya cuatro años. Pero tenía que ser una casualidad, o acaso debía estar dormido y soñando. Cuando hubo terminado de preparar las hamburguesas se dio cuenta de un detalle y asomó la cabeza por la cortina.
—Teresa, ¿no me dijiste que ibas en tren?
Ella solamente sonrió y él recordó lo que Laura le dijo: « Una Nochebuena, en que nevará, quien debe ocupar el puesto que yo prematuramente abandoné aparecerá ante ti, y deberás dejarme entonces tú a mí escapar»

miércoles, 23 de diciembre de 2009

reflexiones tras acabar

Ayer a las diez de la noche llegué al final del manuscrito. Y como cada vez que vivo ese momento llamé a mi novia y le pedí que escribiese ella la palabra fin. Con mi primera novela llevábamos poco tiempo juntos y me pareció gracioso que ella lo escribiese, como un modo de compartir con ella la experiencia. Ahora, dos novelas después, se ha convertido prácticamente en un rito.
Cuando termino de escribir siempre me quedo con un sabor agridulce. Por un lado siento alivio, una parte del trabajo está acabado y toca abordar el siguiente trecho del camino. Por otra parte me da pena, porque sé que durante un tiempo me alejo de ese mundo que he creado y al que puede ser que tarde tiempo en volver.
Como ya he comentado en alguna ocasión este primer libro forma parte de una trilogía, pero por otro lado tengo pendiente la tetralogía de la que tengo ya los dos primeros volúmenes, y por tanto ahora se me abren tres vías de camino. Puedo dedicarme casi en exclusiva a la corrección, para lo cual me daré un mesecito para dejar que el manuscrito se asiente y yo pueda escapar de sus páginas y cuando tenga ganas de escribir ya sacaré adelante algún cuento que tengo en la chistera. También puedo proseguir con la trilogía, puesto que al menos las ochenta o noventa primeras páginas están claras en mi mente, e ir intercalando la corrección del primer manuscrito. Por último, puedo intercalar dicha corrección con la tercera parte de la tetralogía, que me parece un volumen más fácil de escribir, sobre todo con respecto a los dos anteriores.
En fin, vaya lío, ¿no?
Con lo cual me tomaré las navidades para pensar con calma y trazar la vía, ver qué es lo que más me apetece hacer.
Con respecto a la escritura del manuscrito que acabo de terminar, estoy satisfecho porque cuando lo comencé hace cosa de siete meses, me puse como meta acabarlo antes de fin de año. Era una forma de meterme prisa a la hora de escribir. Y ese objetivo lo he conseguido (y me han sobrado ocho días, je, je). Pero es que además durante todo el tiempo que me he dedicado a escribir este tomo lo he vivido de manera muy relajada. Ya he comentado en alguna ocasión que tanto Neogen como Ka-Tel avanzaron a trompicones, hasta el punto de dejar aparcada la tetralogía tras la escritura del segundo porque me sentía agotado. Con Nigromantia ha sido diferente y siempre ha fluido la historia con soltura, no quedándome bloqueado en ningún sitio y dejándome la experiencia por tanto más tranquilo.
En fin, que después de toda esta perorata solo me queda desearos una feliz navidad a todos los que pasáis por aquí, espero que podáis pasarla en compañía de los seres queridos (no hagáis como yo, que trabajo, sniff…) y que sean unos días de felicidad para todos vosotros.
Un abrazo muy fuerte.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Taller: clase 8

Llegó el miércoles pasado la última clase, dedicada a una visión de futuro. Fue una clase amena en la que cada uno habló de un proyecto personal (literario), y debíamos explicar en qué consistía, cómo teníamos planeado llevarlo a cabo, tiempo estimado que nos tomaría,...
Fue una conversación amena en la que cada cual ofreció y dio consejos a los demás en base a su experiencia, y contestó a preguntas y dudas del resto.
Se habló también de la posible prolongación del curso por ocho semanas más, las clases serían los sábados por la mañana y a ser posible de dos horas, ya que todos estábamos de acuerdo que hora y media se quedaba corto. Evidentemente se aceptarán nuevos alumnos, por lo que si a alguien le interesa y tiene la mañanas de sábado libres os esperamos en Caldes de Montbui, a veinte minutitos de Barcelona. Ya avisaré aquí mismo si finalmente se amplía, pero vamos, como he dicho tiene bastantes posibilidades.
Mirando el curso con restrospectiva, como ya he dicho otras ocasiones lo que me ha aportado es un desarrollo de la creatividad impresionante, obligándome a tratar temas y a utilizar recursos que no controlaba o conocía (mención especial para el jercicio de teatro, y sin embargo luego el resultado fue, creo, bastante correcto). Además me llevo buenos compañeros con los que, independientemente de que el taller continúe o no, espero seguir teniendo contacto para de vez en cuando sentarnos un rato y charlar. Y también me llevo dos muy buenos profesores (sí, sí, dad un paso adelante, que sé que estáis por aquí, que me lo confesasteis, je, je) con lo que espero encontrarme muy pronto, en poco más de un mesecito.
Lo dicho, a cruzar los dedos.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Taller: clases 6 y 7

El fin del taller se aproxima, la próxima semana en principio es la última (y digo en principio porque tal vez pueda ampliarse otras ocho semanas más, pero eso dependerá del ayuntamiento).
La semana pasada, la sexta clase, tratamos el tema de la lectura como punto de partida de la escritura, y dedicamos el tiempo a tratar de copiar estilos de diferentes autores.
Debo reconocer que me resultó difícil, puesto que cada uno tenemos un estilo propio, evidentemente influenciado en mayor o menor medida por los autores que en su día nos marcaron. Y aquí tratábamos de escribir algo que de por sí a mí no me salía, no era capaz de imprimir un determinado estilo en mis frases, porque no era el mío. Fue, en definitiva, el reto más importante al que me he enfrentado a lo largo de las clases. Pero como digo siempre, este tipo de ejercicios fomentan la creatividad, ya que uno de ellos era copiar la fórmula del micro-cuento, y debíamos escribir algo de no más de diez palabras y que tuviese sentido. Sorprendentemente me resultó fácil, y eso que a mí los manuscritos me salen de trescientas páginas en adelante.
Con el ejercicio que nos pusieron para casa también me llevé otra sorpresa, ya que teníamos que escribir un relato de no más de medio folio copiando la técnica de un autor que nos gustase. Yo fui un poco masoca y en lugar de cogerme por ejemplo a Stephen King, que me lo tengo masticadito al pobre y en el terror me desenvuelvo relativamente bien, me decanté por un libro que estaba leyendo ahora, uno de Anne Rice, que seguro que diréis «¡ah, pero esa mujer escribe sobre vampiros y brujas y cosas así», pero también estaréis de acuerdo en que no es terror, al menos no del tipo de King o Poe.
Ya me estoy enrollando, así que resumo: resulta que cuando escribo tiendo a dar mucha libertad a la imaginación y en (bastantes) ocasiones tiendo a ser poco descriptivo, prefiero que la gente imagine. Pues bien, cuando copié el estilo de Rice pequé justo de lo contrario, de forma que la moraleja que saco de todo ello es que puesto que sé dónde están los límites tanto por encima como por debajo debo buscar el equilibrio.
La séptima clase versó sobre la libertad confrontada con la corrección, y empezó con un breve debate sobre cuáles debían ser los requisitos mínimos que debíamos pedir a cualquier cosa que escribiésemos antes de darlo a leer a otro lector: ortografía, sintaxis, presentación,...
Después pasamos a un ejercicio de dura autocorrección, en el que después de escribir unos minutos sobre un tema libre debíamos releerlo varias veces para ir corrigiendo diferentes aspectos cada vez: palabras o frases a cambiar, puntuación, por supuesto faltas ortográfica,...
Una vez hecho esto, cuando todos estábamos contentos con el resultado, los profes nos hicieron recortar a la mitad el texto, contando lo mismo, es decir, un ejercicio de concreción a lo bestia. El caso es que lo conseguimos, y en ese momento personalmente me di cuenta de la paja que eres capaz de meter. Esto, claro, cuando se trata de corregir un manuscrito cobra mucha más importante. De todas formas, ahora recuerdo, Deusvolt, asiduo de estos lares y a cuyo blog «El alma impresa» podéis acceder desde mi lista de blogs, hablaba hace un par de semanas del arduo tema de la corrección y el tiempo que nos toma, os aconsejo que echéis un vistazo a lo que allí escribió.
¡Buf, esta semana me he explayado, a ver si aprovecho el tirón y le pego un empujón a la novela, que me quedan apenas tres capítulos para acabarla!
Hasta pronto.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Sobre vivir de escribir y sueños así

Esta semana pasada he vivido dos situaciones completamente diferentes pero que me han llevado a un planteamiento común.
El primero de ellos fue que me leí un best-seller, ya sabéis, esos libros que salen por la tele, los tenemos en las estanterías de las librerías y si pueden nos los meten hasta en la sopa. El caso es que quería leerlo para ver cuáles eran los recursos que lo hacían tener éxito, si es que todo no era más que una campaña de Marketing pura y dura. No me extenderé más en el tema porque tal vez lo retome en un futuro, pero hoy quiero tratar otras cuestiones.
Por otra parte el viernes fui con unos amigos a un concierto de Juliette Lewis, actriz y cantante. Seríamos no más de doscientas personas, nunca había escuchado nada suyo y además no es mi tipo preferido de música, pero el caso es que lo pasé bien.
Dos situaciones diferentes, como he dicho. Pero luego, pensándolo durante estos días me he dado cuenta de que ya puedes ser un escritor de éxito reconocido o un cantante que congregas a unos pocos centenares de personas, el caso es que te tienes tu público.
En el caso de Juliette no es U2, ni Alejandro Sanz, no llena estadios (al menos aquí y por lo que vi), pero abandonó Hollywood para dedicarse a lo que quería y es capaz de vivir de ello, por lo que sé.
Lo cual me lleva a la reflexión de que no es necesario vender millones de ejemplares para poder vivir de escribir (que, no nos engañemos, es a lo que aspiramos mucho, por lo menos los que pretendemos publicar). Siempre habrá gente que te seguirá, más o menos, pero te seguirán si tu estilo les gusta. Hay muchos escritores que sin necesidad de ser número uno en ventas y ver columnas de sus libros adornando la entrada de la FNAC son capaces de vivir razonablemente bien gracias a su pasión.
Ese es mi sueño. Seguro que el señor Brown o la señora Meyer tienen inmensas mansiones, viajan mucho y no deben preocuparse por cocinar o hacer la cama, pero estoy muy contento con la casita que poco a poco vamos montando mi novia y yo y me conformaría con poder mantener mi nivel de vida (es decir, mucho Mercadona, je, je, pero también alguna cervecita de vez en cuando), pero dedicándome a ponerme todos los días un par de horas frente al teclado, no tener que marcharme en unos minutos a pelearme con mis maravillosos clientes en el hotel.
En fin, tal vez algún día. Ahora os dejo, que voy a ponerme el traje (sniff…).

viernes, 27 de noviembre de 2009

Taller: clase 5

La semana pasada, al estar de vacaciones, no pude asistir a la cuarta clase, por lo cual poco puedo hablar de ella. Los profesores me hicieron llegar un resumen de los temas tratados y al leerlo me dio la impresión de ser una clase bastante introspectiva: se debían llevar tres fotografías y mediante ellas escribir desde el punto de vista del presente los hechos relacionados con las fotografías, y ejercicios así.
Con respecto a la quinta sesión, esta versó sobre los diferentes géneros de literatura. Como siempre, comenzamos leyendo los ejercicios de la semana anterior, dialogando brevemente sobre cada uno de ellos.
Acto seguido los profesores nos leyeron las definiciones que el “María Moliner” da a los diferentes géneros, y en base a ella establecimos una conversación en la cual cada uno de los alumnos debía reflexionar cuál de los géneros le atraía más y explicar sus razones. En ese momento me di cuenta de que formábamos un grupo muy heterogéneo. Error mío, por supuesto ya que había dado por supuesto que todos nos encontrábamos allí para dar rienda suelta a nuestras ansias narrativas, y sin embargo fueron varios los compañeros que mencionaron su preferencia por el teatro o la poesía, por ejemplo.
Después nos fue entregado un pequeño dossier con extractos de libros que mezclaban varios libros, es decir en una novela de repente todo un capítulo aparecía escrito como una obra de teatro (Paul Auster: Brooklyn follies) , o casos curiosos, como en Tres tristes tigres, de Cabrera Infante, en el que algunas páginas aparecen como si fuesen espejos, es decir, reflejando a la inversa los escrito en la página anterior.
Por último, nos pusieron los deberes de esta semana, que consistían en idear tres argumentos y decidir qué tipo de género literario utilizaríamos para escribirlo, argumentando por qué. También debíamos escribir, pero solo uno de los argumentos y en el género escogido.
La reflexión que me queda de esta quinta sesión es que (casi) todo es posible cuando escribes, y que muchas veces buscamos la originalidad solo por medio de nuestras palabras, nuestros argumentos o nuestros personajes, pero también es posible conseguir esa originalidad por medio de mezclar géneros (otra cosa es que me imagine a mi Tejedor de Historias lanzándose a proclamar unos versos, que me temo que ya me parecería demasiado irreal, je, je).

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Necesidad

Me he cogido esta semana de vacaciones, porque el sábado pasado vino mi hermano a pasar unos días a Barcelona, y entre visitas turísticas, cenas y demás, pues no ha habido tiempo para escribir.
Hace cosa de semanas no me habría supuesto gran problema no escribir durante cinco días, de hecho en ocasiones me venía bien para reciclar ideas y ordenarlas en mi cabeza. Esta vez ha sido diferente.
Estaba como loco por llegar a Madrid (me he bajado con mi hermano hasta el domingo) par coger el ordenador, dado que sigo sin internet. Y sin embargo, antes de mirar el correo, o pasarme por aquí me he tenido que sentar una horita a escribir compulsivamente, con mi madre perpleja diciéndome que cómo era posible que bajase a verlos y que lo primero que hiciese fuese sentarme a escribir.
Pero es que lo necesitaba, esa es la cuestión. Como ya vengo diciendo desde hace unas semanas estoy en una buena etapa en cuanto a rendimiento se refiere, y las ganas de escribir durante todo este tiempo se han multiplicado.
También he comentado en alguna ocasión que escribir es un acto a mi parecer egoísta ya que lo haces para liberarte, y hoy me reafirmo en esta conclusión, el alivio que he sentido al poder escribir tres paginillas de nada ha sido inmenso. Encima después, leyéndolo, no he visto grandes fallos, es decir, no he escrito lo primero que se me ha venido a la cabeza.
Y me llamaréis tonto, pero me preocupa un poco todo este asunto. Me gusta mucho escribir, evidentemente, pero a día de hoy no puedo convertirlo en una prioridad porque desgraciadamente no puedo vivir de ello y mi trabajo ya de por sí me resta bastantes horas. Hasta ahora sacaba tiempo de dormir menos, pero no me gustaría que esta necesidad que he sentido durante esta última semana se convirtiese en una tónica cada vez que no pueda tocar un teclado en varios días, porque entonces la escritura se convertiría en una obligación en vez de en una afición, lo cual no es bueno.
En fin, también puede suceder que me como bastante la cabeza, cosa que me sucede a menudo, pero os puedo asegurar que la necesidad que da el nombre a esta entrada no ha sido agradable.
¿Os sucede algo así a vosotros cuando en un tiempo no podéis escribir?

jueves, 12 de noviembre de 2009

Taller: sesiones 2 y 3

Tras una semana caótica en la que he seguido sin internet (y lo que queda...) y en la que un virus que corre por estas tierras me metió en cama de domingo a miércoles, he andado corto de tiempo para hablar de la sesión de la semana anterior, pero aprovechando que ayer fue la clase semanal, pues agrupo ambas en una entrada.
La semana pasada tomamos el tema de la descripción. Para ello teníamos preparadas varias fotografías e hicimos tres ejercicios. En el primero de ellos debíamos hacer una descripción objetiva de lo que veíamos. a continuación, en el segundo ejercicio, debíamos empezar con una descripción de una nueva foto y poco a poco variar hacia una historia a raíz de esa descripción. El tercer ejercicio fue el más interesante: tomamos cada uno de nuevo una foto y debíamos trabajar por parejas. En base a la foto debíamos comenzar una ficción, dos o tres líneas, y luego pasábamos la hoja al compañero, que con su foto debía tratar de seguir tu historia, de forma que, cada tramo de dos o tres líneas cambiaba el escritor pero se iba formando un tema común de temas fotográficos tan dispares como unas flores cortadas con unas tijeras y un chico haciendo equilibrios con un cepillo de barrer (los temas que nos tocaron a mi compañero y a mí, un auténtico reto para crear algo). Además de estos ejercicios leímos y valoramos los ejercicios de la semana anterior.
Con respecto a la tercera clase tratamos el tema de la estimulación sensorial. Llegué tarde, por lo que me perdí uno de los ejercicios, pero el segundo trataba sobre la relajación. Con los ojos cerrados y de pie debíamos hacer una visión global de nuestro cuerpo tanto física como psicológica y anímicamente, y quedarnos con una de las sensaciones y escribir sobre ella, fuese real o ficción. El tercer ejercicio trató la estimulación auditiva. Mientras escuchábamos música ambiental debíamos escribir aquello que nos inspirase.
Mirando las dos clases en conjunto estoy observando el reto creativo que es escribir sobre temas que tú no escoges, o sobre los que ni siquiera te habías planteado. Requiere un esfuerzo suplementario. Mención aparte para el ejercicio de la segunda clase con pareja, el hecho de tener que conjugar tu estilo con el de otra persona para que el resultado sea coherente y entendible. Pienso que todos estos ejercicios lo que hacen es reforzar ese músculo invisible que es la imaginación, y por tanto el asistir a estas clases puede estar dando como resultado la tremenda rapidez con la que trabajaba últimamente y de la que os hablaba la semana pasada.
Por tanto me está resultando una experiencia enriquecedora.
Se ha puesto ya por cierto en marcha el blog del taller en el que iremos colgando lo que vayamos escribiendo, aquí os dejo la dirección y voy a crear un link a la derecha: http://paraules-paraules-paraules.blogspot.com. Encontraréis mucho contenido en catalán, porque es la lengua predominante en el pueblo en el que escribo y de hecho la clase la damos en ese idioma, pero también encontraréis cositas en castellano (como lo mío, que ya sabéis que es muy bueno, je, je), así que si echadle un vistacillo, a ver qué os parece.
Un saludo enorme para todos.

martes, 3 de noviembre de 2009

Carpetazo (temporal) a Neogen

Tal vez por el hecho de no tener internet en casa este tiempo me ha venido bien para observar el tema de mi tetralogía “en frío” y he llegado a la conclusión de que el tema que abarco en ella es arriesgado pues difiere de las temáticas que ahora mismo suelen publicarse (o no, pero para llegar a lo publicable hay que llegar al segundo libro, y claro, no es plan), tal y como me dijeron.

Por ello he llegado a la conclusión de ir muy lentamente con ella, seguir moviendo el primer manuscrito por agencias pero sin agobiarme y sin convertirlo en mi prioridad. Dicha prioridad, a día de hoy, es acabar el manuscrito en el que ahora estoy metido, y por otra parte sacar lo máximo posible del taller de escritura. Me da mucha pena dejar de lado la continuación de la tetralogía con la que di mis primeros pasos, porque llevo ya con ella doce años, pero es lo que hay. Lo que sí que sé seguro es que un día la acabaré, aunque solo sea para tenerla guardada en un cajón. Pero no ahora, ni en un futuro próximo.

Mientras tanto, como he dicho, me dedico a mi nueva novela y, aunque ya lo he comentado en alguna ocasión, me sigue resultando muy fácil escribirla, no percibo un futuro bloqueo y las palabras van fluyendo. Tal vez está muy clara en mi interior, o puede ser que esté alcanzando una cierta madurez técnica (lo sé, suena un poco pretencioso), pero el caso es que no me está suponiendo problemas proseguirla. En este momento llevo ya prácticamente dos terceras partes escritas.

También coincide que estoy en una etapa de gran creatividad. Hace un par de semanas os hablaba de lo que me sucedió la noche del correfoc de las fiestas de mi pueblo, y el hecho es que de continuo me están viniendo ideas de continuo. Siempre he pensado que escribir es como un músculo, cuanto más lo ejercitas más rendimiento sacas. Esta semana pasada además de escribir cerca de treinta páginas del manuscrito, he escrito tres relatos (los deberes del taller), y otro cuento. Lo cual, conociéndome, es mucha más producción de la acostumbrada.

Espero que esta temporada de creatividad dure, mal que le pese a mi novia, que va leyendo todo lo que escribo y la pobre me dice que tengo monopolizados todos sus ratos de lectura.

jueves, 29 de octubre de 2009

Taller de Escritura Creativa

Me salto la costumbre de escribir una entrada semanal para hablaros de un taller de escritura creativa al que me he apuntado.

Es curioso, este año me planteaba inscribirme en algún taller para mejorar la técnica y casualmente a los dos días de haberme mudado a mi nueva casa pasé por la biblioteca y me enteré de que el día 28 de Octubre comenzaba uno en mi propio pueblo. me apunté inmediatamente, así no tendría que bajar a Barcelona, sino que lo tendría a cinco minutos de casa, y dado que era la primera vez que me apuntaba a uno aprendería muchas cosas, eso seguro.

Así que allí estaba yo ayer, con mi cuaderno y mi bolígrafo en la mano, y comenzó la clase. El taller lo imparte "Cos de Lletra", y la verdad es que fue muy productivo.

Somos seis compañeros y tras las presentaciones de rigor empezamos con el primer ejercicio de escritura. Es curioso lo que sucedió, resulta que se nos daban temas sobre los que teníamos que escribir lo primero que se nos viniese a la cabeza. Teníamos aproximadamente un minuto por tema, y estos fueron un total de once. Ya se nos avisó que no habría que leerlo, por lo que podíamos escribir lo que se nos antojase en cada uno de los temas. Unicamente de los temas ocho a once nos dijeron que teníamos que escribir exactamente cinco ideas, luego ya os diré por qué.

El caso es que de repente me sorprendí escribiendo cosas que ni siquiera sabía que pensaba, es la moraleja que debíamos sacar de ello, que cuando escribes sobre un tema que no conoces o dominas tu subconsciente puede sorprenderte.

Acto seguido nos recomendaron una serie de libros como los diarios de Frank Kafka o diversos dietarios de escritores hablando del mundo de la escritura. Aprovecho para recomendar, al igual que lo hice ayer, "Mientras escribo" de Stephen King, un libro con muy buenos consejos para quien quiera dedicarse a esto de la escritura.

se nos presentó el programa de las ocho semanas del curso y antes de acabar la jornada se nos pusieron deberes para la siguiente semana. Debíamos coger una idea de cada uno de los temas ocho al once del ejercicio que habíamos hecho antes. Con esas ideas debíamos hacer un relato de máximo un folio, hasta un total de tres relatos. Por eso antes nos pidieron que en cada tema diésemos cinco ideas, para poder tomar tres y descartar dos.

El caso es que es un ejercicio interesante, ahora nos vemos "forzados" a escribir algo con unos temas impuestos y que se salen de las temáticas habituales que abarcamos. Lo cual lo convierte en un reto interesante. Luego todo lo que escribamos, y siempre y cuando queramos, será subido a un blog para que quien quiera pueda leerlo.

Y hasta aquí el día de ayer, la semana que viene os seguiré contando, pero de momento el balance muy positivo. Ahora me voy a hacer los deberes como un chico aplicado.

martes, 27 de octubre de 2009

encuentro en Barcelona

Como ya comenté en una entrada anterior, el pasado día 24 de Octubre, sábado, teníamos pendiente un encuentro entre escritores que vivíamos en, o cerca de, Barcelona. Atrás quedaba aquel primer encuentro en verano, en el que asistimos tres personas, Elisabet, Grendelkhan y yo mismo. Esta vez me quedé gratamente sorprendido, pues me había hecho a la idea de que seríamos cinco o seis y el caso es que fuimos siete, apenas uno más que en mis previsiones, pero al menos uno más.

Pasamos una tarde agradable. Primero aprovechamos para conocernos todos un poco, presentándonos y hablando de nuestros proyectos. Sorprendidos nos quedamos en ese momento con la trayectoria de Carolina Lozano, jovencísima escritora que cuenta en su haber con tres novelas publicadas y que tiene pendientes otras dos que saldrán para el año próximo. Un ejemplo de tesón y una prueba de que nuestras metas pueden conseguirse. aquí os dejo la dirección de su página web para que sepáis un poco más de su trabajo: www.carolinalozano.com.


Acto seguido Grendelkhan habló de su proyecto junto a otro compañero del portal literactiva, basado en la literatura interactiva. Os invito a pasaros por su página web: www.literactiva.es, y observar todo lo que el lugar propone, que es mucho y muy interesante.

Después pasamos al turno de los cuentos. Comencé yo, con un cuento de terror que creo que puso a más de uno los pelos de punta. A continuación Isabella nos deleitó con un cuento lleno de poesía en cada una de sus palabras sobre una historia de amor y sacrificios rituales en la América precolombina. La siguiente fue Janet, cuyo retazo de su novela nos hizo reír, destilaba un curioso humor con sabor cubano. Huelga decir que la obligamos a que moviese dicha novela, por lo que pudimos escuchar era muy buena. La última en leer fue Elisabet, que nos trajo para la ocasión un cuento con ecos de novela costumbrista. Nos transportó a Galicia y un hombre perseguido por O demo. Quedaron por leer Grendelkhan, Carolina y Alejandro, poeta argentino que se enteró por casualidad de nuestro petit-comité y se unió a nosotros. Les pusimos deberes, por supuesto, y la próxima vez no se salvan de leer.

También se habló del certamen de relatos que estamos promoviendo entre institutos de Badalona y del que más adelante hablaré, una vez veamos su evolución y la acogida que tiene.

A última hora la conversación derivó en temas relacionados con la literatura y en general se nos hizo corto el tiempo (debíamos dejar la sala a las 8). Se acordó volver a reunirnos en Febrero y establecer unos encuentros trimestrales, así como tratar de llevar más gente (tranquilos, no es una secta, je, je).

Una vez terminado el encuentro, Grendelkhan, Alejandro y yo nos quedamos tomando una cañita y hablando de marketing, internet y juegos.

En fin, que personalmente me quedo con un grato recuerdo del sábado y tengo la impresión de que este sentimiento es general, por lo que los demás comentaban.

Así que no os lo penséis, a la próxima hay que apuntarse, es obligatorio, je, je.

martes, 20 de octubre de 2009

Pereza

El otro día veía en la tele el nuevo anuncio de Movistar y, de nuevo, me dio por pensar.

Para los que no lo hayan visto, cuento un poco de qué va: un hombre, presentándose como un editor literario, anuncia que necesitaba un best-seller urgentemente, y llama una y otra vez a su escritor. Este se pasa el día dormido y, claro, entre partido de tenis, llamadas por la mañana,etc... pues el editor se alegra de tener no sé qué fórmula de Movistar que las llamadas le salen económicas (como veis, la promoción no hizo mucha mella en mí, ni me acuerdo del plan de precios). El caso es que el editor al final promociona el libro, satíricamente llamado Despierto, y el pobre debe conformarse con un cartel del escritor, ya que éste sigue dormido.

Independientemente de la verosimilitud de la historia (dudo mucho que sea el editor el que llama al escritor directamente, sin contar con agente u otros intermediarios), me hace gracia que se tome el sector literario para un anuncio de este tipo.

Luego pienso en la pereza del escritor, y me doy cuenta de que muchos escritores consagrados y/o reconocidos caen en la pereza o desidia que refleja el anuncio. El primero que me viene a la cabeza es Thomas Harris, que hace ya años que sacó su Hannibal y seguimos sin saber qué tal le va a su doctor y a Clarice. Y como él, muchos otros escritores, parece que se aposentan y se pueden permitir el lujo de publicar algo cada ciertos años. En esos casos me pregunto si a nivel privado escriben, o si se mantienen inactivos entre libro y libro.

Por suerte también está el otro extremo. Por citar a uno de mis escritores favoritos y que me surte cada año de lectura (si bien ahora está bastante perezoso), tenemos a Stephen King. Recuerdo que hace años leí uno de sus primeros libros escritos con pseudónimo (Richard Bachean). El caso es que en una nota anexa al libro contaba que escribir con pseudónimo era para él una liberación, ya que su editorial era como una mujer estricta que solo le permitía publicar una o dos veces al año, pero que también era una mujer comprensiva que le dejaba flirtear con otras. Por lo cual, sacaba uno o dos libros al año con su nombre y otro par con pseudónimo. En su momento me hizo gracia lo que comentaba, pero hasta que no empiezas a escribir no comprendes la necesidad de escribir que él transmitía de aquella manera.

Y eso que cuatro libros al año no es mucho. Hay escritores que escriben a lo largo cientos o miles de novelas a lo largo de su vida. Y gracias a Internet he conocido gente con una creatividad impresionante.

Por ello me da rabia que muchas de esas mismas personas deban luchar por hacerse un hueco en el mundo literario y que otras personas, por haber escrito algo que en un momento puntual tuvo mucho éxito, puedan dedicarse a vivir de las rentas tumbados a la bartola. Como el del anuncio de Movistar.

lunes, 12 de octubre de 2009

correfocs y encuentros

Este fin de semana próximo me instalaré en mi nuevo piso, estoy a la espera de los muebles y los electrodomésticos.

Pero la falta de todo ello no ha impedido que este fin de semana pasado mi novia y yo nos hayamos armado con un colchón hinchable y hayamos pasado la noche en el piso.
Eran las fiestas de Caldes de Montbui y no podíamos saltárnoslas, a pesar de haberse convertido oficialmente en nuestro pueblo apenas un día antes.

De lo que quiero hablaros es de la noche del sábado, en la que se hizo el correfoc del pueblo. Para el que no lo sepa, es una tradición catalana en la que diablos corren por las calles con antorchas y bengalas, saltando y bailando y acompañando a la bestia, diferente en cada pueblo (en el caso de Caldes toma la forma de un león).

El caso es que allí me encontraba yo, siguiendo a los diablos por las calles, cuando de repente me vino una repentina visión, de esas que me acometen con frecuencia desde que me dedico a mi última novela. Ya no me encontraba en Caldes, ya no veía las antorchas. En lugar de ello me encontraba en un terreno árido, frente a una imponente fortaleza iluminada con fogatas.

Huelga decir que esa súbita inspiración me dictó frases, diálogos y situaciones que luego plasmé rápidamente en una libreta. Más tarde seguí disfrutando de las fiestas, pero parte de mí ya no estaba ahí, con mi novia. Esa parte la recuperé cuando horas después me senté frente al portátil y convertí la inspiración en un capítulo de ocho páginas. Eran las cuatro de la mañana cuando escribí la última palabra. Mi novia me había dado por imposible casi dos horas antes, yéndose a dormir. Para colmo, el capítulo pertenece al último tercio de la novela, que comenzaré a escribir en dos o tres meses.

Esto que os cuento hoy me sucede cada vez más a menudo, noto que estoy variando mi método de trabajo, con Neogen y la novela que la continúa, Ka-Tel, siempre seguí ordenadamente la planificación que tenía dispuesta. Ahora me encuentro que un día escribo algo del punto en el que ahora mismo me encuentro del manuscrito, y al día siguiente me adelanto diez o quince capítulos. Siento esta novela como algo orgánico, algo vivo que me lega cada vez con más fuerza y que sola se va construyendo y ensamblando sus piezas.

Y disfruto con la experiencia, creo que esa es la magia de escribir, vivir experiencias similares. Y me compadezco profundamente de aquellos cuya capacidad de imaginar ha sido tan disminuida y mutilada que se conforman con, por ejemplo, lo que les ofrece su televisor.

En otro orden de cosas, quiero robaros un poco más de tiempo para hablaros de un tema que puede resultar interesante, sobre todo si vivís cerca de Barcelona. En Junio me reuní con dos miembros del foro Prosófagos, Elisabet y Grendelkhan, y acordamos reunirnos cada dos o tres meses y poder hablar durante un rato y poner en marcha proyectos. Hablamos también de ampliar nuestro grupo, y por ello quiero invitaros desde aquí a la próxima reunión el día 24 de Octubre, sábado, a las 5 de la tarde en Badalona, en el Espai Cultural de ARSIS. La Calle es General Weyler, 257 bajos y el metro más cercano es Gorg. De todas formas, a quien le interese le puedo hacer llegar un mapa, para ello escribidme un e-mail al siguiente correo: jfalons@hotmail.com.

Así que ya sabéis, si os pilla cerca y queréis/podéis pasaros por allí charlaremos, nos conoceremos, leeremos un pequeño cuento para que sea comentado por el resto de compañeros,...

En definitiva, que estoy seguro de que será una experiencia gratificante.

lunes, 5 de octubre de 2009

Una de juegos

Desde hace dos días por motivos técnicos (básicamente la conexión de mis padres, que decidió irse de fin de semana), no he podido cumplir mi rito semanal de escribir una entrada semanal en el blog, pero bueno, vamos a ello.

El caso es que además tenía el tema preparado desde hace unos días, cuando contestando en este blog a un comentario de una asidua visitante aficionada a los vampiros (no voy a dar más pistas, je, je), hablé de un tipo de juegos, recomendándoselo.

Los juegos a los que me refería son los juegos de rol, y hoy os voy a contar de qué manera me resultaron beneficiosos para mi faceta de escritor.

Para los que no los conozcan, empezar contando lo malo o más desagradable de ellos. Aquí en España hubo un par de asesinatos que la prensa y la televisión no tardó en asociar al género de los juegos de rol (y con razón, en parte; uno de los asesinados fue durante una partida en vivo), y se aprovechó para hacer una caza de brujas. No os cuento los problemas que tuve con mi familia por jugar a dichos juegos. Y aunque como ya he dicho los juegos fueron la justificación, es cierto que no tenían más responsabilidad que el fútbol en el caso de que en una pelea entre hinchas de equipos rivales uno sea asesinado.

Pero bueno, dejando eso aparte, os voy a contar a grandes rasgos en qué consiste esto del rol. Temáticas hay muchas y muy diferentes: fantasía, los mundos de Lovecraft, vampiros,… y para jugar la mayoría de las veces solo se necesita un libro con las reglas, papel para dibujar mapas y cosas así, dados, unos personajes creados por los jugadores y, lo más importante, imaginación.

Ahí está el quid de la cuestión. Son juegos que, bien jugados, te hacen pensar e imaginar para solventar una situación. Ya de por sí algo que te haga pensar en vez de darte todo masticado tiene obvias ventajas, pero aún hay más.

En el juego de los jugadores es el director de la parida, y establece un trasfondo, una situación o una problemática para el resto de los jugadores, y dichos jugadores deben enfrentase a ella y, en la medida de lo posible, solventarla y salir airosos de ella. Esto se consigue como ya he dicho con la imaginación, las ideas y el curso de las conversaciones entre jugadores, y por medio de otro elemento no menos importante, las tiradas de dados que son las que dictaminarán el éxito o fracaso de acciones tales como trepar a un árbol o encontrar un libro oculto tras unos tablones, por poner un par de ejemplos.

Leo lo escrito y veo que estoy metiendo un texto un poco farragoso, sobre todo para quien no conozca el tema, pero ya llegamos al punto clave.

Siempre que jugué a rol lo hice como director de la partida, lo cual implica preparación, documentación, tomar notas, buscar mapas,… ¿os suena todo eso? Actividades paralelas a las que muchos realizamos a la hora de comenzar un nuevo cuento, libro, o lo que sea.

Más tarde, una vez empezada la partida y con el resto de jugadores preparados, el director debe establecer una situación creíble, detallada y descriptiva. No olvidemos que el juego se desarrolla prácticamente en la imaginación de los jugadores, por lo que si se encuentran dentro de una habitación, debes ser capaz de poder describírsela de tal modo que todos la vean en su cabeza de la manera que tú quieres. Exactamente igual que en una novela.

Mueves a los personajes, pero son ellos los que deciden, son el resto de jugadores los que muchas veces te van a sorprender saliéndose por las ramas o encontrando una solución en la que no habías caído, y se exige de ti que tengas la suficiente rapidez como para que puedas desarrollar la nueva situación en la que la partida ha desembocado.

Es decir, echo la vista atrás, pues hará cosa de siete u ocho años que no juego, y veo mucho paralelismo entre aquellas partidas que creé en su día y los libros que hoy escribo. Si soy capaz de describir un pueblo es porque, no lo dudo, todas aquellas partidas me ayudaron a pulir mi técnica. Y lo mismo a la hora de documentarme. Debo confesar que para mi segunda novela utilicé unos mapas y unas anécdotas que ya un día usé en una partida.

Sinceramente pienso que cualquier persona aficionada a escribir debería probar uno de estos juegos, es estimulante intelectualmente hablando ver cómo los personajes (el resto de jugadores), se enfrentan a las adversidades y tratan de salirse del tiesto, poniéndonos las cuerdas (aunque hay veces que nuestros propios seres de ficción, nos ponen casi en la misma situación).

¿Y vosotros, habéis jugado alguna vez a uno de estos juegos?

sábado, 26 de septiembre de 2009

Noticias

Como para reforzar la teoría que desarrollé la semana pasada, he recibido noticias de la agencia.
No son las que esperaba, pero a la vez sí.
Me explico: evidentemente me habría hecho mucha ilusión que hubiesen aceptado representarme, pero en cierto sentido sentía que no era el momento por muchos factores, como el hecho de se novel, de la recesión económica que hace mirar con lupa todas y cada una de las aceptaciones, la temática,... y no descarto evidentemente que no llegase a un estándar de calidad aceptable, si bien hay algo que me dice que los tiros van por otro lado.
Cuando recibí la noticia escribí a la agencia agradeciéndoles la cortesía y el respeto con el que me habían tratado, y sorpresivamente recibí otro e-mail, para nada esperado, y además al poco tiempo de haber enviado yo el mío. En este segundo e-mail se me decía que la verdad es que, llegado al punto en que mi manuscrito había llegado, habían tenido que rechazarlo por posibilidades de mercado. Es decir, pudieron decirme muchas otras cosas, más o menos corteses, pero capto una sinceridad en su e-mail que cuadra con lo que hablaba la semana pasada. No era el momento de presentar algo así. Me animaban a que si intentaba con otra temática les hiciese llegar el manuscrito.
La sensación que me ha dejado es agridulce. No será publicado Neogen en un futuro próximo, pero pienso que más adelante sí que pueda llegar a publicar algo, y tal vez algún día pueda ver finalmente Neogen en las librerías.
Hasta entonces, a seguir escribiendo y disfrutando, que de eso se trata. Por suerte a día de hoy tengo un trabajo que me permite ver la escritura como una afición y no me agobio con el tema.
Por otra parte, en el apartado off-topic, estoy de mudanza por las mañanas y en el trabajo por la tarde. el tiempo no me sobra y cuento las horas hasta que lleguen las once de la noche para comenzar formalmente mis vacaciones, en las que duirante quince días pretendo desaparecer. Trataré de hacer un huequecito para pasarme por aquí y los blogs que sigo durante estos quince días, no obstante, pero pretendo pegar un buen empujón a la novela en la que ahora estoy enfrascado.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Preguntas a hacerse

Terminas una novela y te haces muchas preguntas: ¿gustará, no gustará?, ¿retoco este capítulo, o aquel otro?, ¿tendré suerte y alguien me publicará?…

Evidentemente son preguntas que debemos hacernos, pero en estos tiempos (tal vez también en anteriores, si bien me da la impresión de que no fue así) hay una pregunta primordial que muchas veces no caemos en preguntarnos. Es: ¿Es comercial?.

Hoy en día, en este mundo de modas, es común ver cómo a un bombazo literario le siguen multitud de clones (no quiero sacar de nuevo los ejemplos que escribí en la entrada anterior, pero os desvío a ella). Porque es lo que se lleva, lo que vende y lo que por tanto la gente compra. ¿Cuántos libros habéis leído o visto en cuya portada o contraportada lo comparan con otros similares? El último caso que me encontré fue ayer en la FNAC. Un libro en cuya portada tenía pegada una estridente pegatina (por cierto odio este tipo de cosas) en la que decía literalmente : “Un libro cuyos fans de Stephenie Meyer” no deberían dejar de leer. Flipante. Tal vez el libro sea malo (posiblemente lo sea si deben usar el reclamo del nombre de la Meyer para atraer), pero eso no importa. Lo que importa es que está ahí, en primera línea de la librería. Y que dos chicas en ese momento lo cogen y tras echarle un vistazo se lo llevan.

Entonces a mí me da por pensar en la calidad de gente que pasa por aquí, o he conocido en otros foros o blogs, y pienso que no es justo. Llamadme ingenuo, pero no creo que una novela de vampirillos copia de otra tenga que tener más éxito que alguna de las cosas que he leído incluso hoy mismo. No es que no valore el original, para gustos, colores; además ya defendí la existencia de todo tipo de literatura si creaba afición en la anterior entrada. Lo que me parece mal es el oportunismo.

Pero es comercial, se ha presentado en el momento justo y va dirigida al mercado actual. Y el escritor o escritora (de la rabia que sentí ni me paré a mirarlo) seguro que ha sido bien retribuido, eso está claro.

Quiero añadir que evidentemente que habrá excepciones, también eso está claro, y habrá gente que publique aunque no siga las normas establecidas; pero pienso que se tratan de una excepción debido a su calidad literaria. No hay que olvidar que el agente o editor de turno representa a una empresa, y el fin último de una empresa (privada) es dar beneficios. Y estos se consiguen ofreciendo lo que el público demanda.

Así que por otro lado me trago la rabia, me planteo un punto de vista diferente (tal vez más realista), y me aprendo la lección. Cada vez que escribo algo, incluso la novela que me ocupa ahora, me pregunto si es el momento adecuado o no para presentarla, y a quién lo hago. Incluso si se lleva un tipo determinado de literatura y queremos vivir de ello, no considerar lo que escribimos como una afición , tal vez debamos escribir algo de ese tipo. Lo importante es hacerse un hueco en el mundillo; si somos buenos ya podremos escribir más adelante lo que se nos antoje (suena mal, lo sé, y en este punto admito críticas, objeciones,...que pienso que es un buen tema para debatir).

Quién sabe, tal vez algún día escriba una novela de vampiros. O de Belén Esteban, que también se lleva (y lo digo absolutamente en broma, que esta mañana haciendo cajas de la mudanza me golpeé la cabeza, pero no me he quedado tan trastocado).

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Nostalgia

Hoy he escuchado por la tele que la sociedad española era pendular, un país de extremos, y aprovecho esta tarde para echar un vistazo al pasado usando esa particular máquina del tiempo que es la memoria. Voy a viajar unos cuanto añitos, pero no muchos, menos de veinte.
Por aquel entonces recuerdo que uno de los mejores regalos que podían hacerte era un libro de “Barco de Vapor” (con sus colores, naranja, rojo,…). También recuerdo que en colegio teníamos varios libros obligatorios a leer. Y como no todo era leer también jugabas al fútbol, o veías un rato la tele (memorables las tardes de “Campeones” y el bocadillo de Nocilla), y luego, a dormir. Y recordabas cuando tu madre te leía cuentos, cuando aún eras más pequeño.
Ahora, de vuelta en el presente, veo cómo ha cambiado todo. Ya no se juega al fútbol, sino al “FIFA” o al “PRO”, Ya no hay dibujos animados sino “Sálvame” y similares. Y si le nombras a un niño la palabra libro, normalmente tiende a correr despavorido.
Es sobre este último tema sobre el que me quiero centrar. Es obvio que el invento de Gutemberg, la imprenta, fue un factor clave para la difusión de la cultura, y que la literatura desde sus inicios fue considerado un arte. Así que, ¿cómo hemos permitido que todo ese bagaje se haya prácticamente perdido en estos últimos veinte años? Porque no solo se trata del hecho de no leer, ojalá fuera así. El problema es que por no leer uno no aprende algo básico, como es vocabulario. Prueba de ello son los fatídicos mensajes de texto de los móviles, y las patadas al diccionario que se pegan al escribirlos. Y sin vocabulario mal vamos.
Nuestra sociedad tiene varios males, pero creo que uno de ellos, base de muchos de los demás, es la citada falta de cultura. ¿Cómo una persona que no sabe ni escribir puede plantearse, en un momento dado, preparar por ejemplo un Currículo? Os aseguro que veo unos cuantos y algunos dan pena.
Por suerte, y gracias a “Crepúsculo”, “Harry Potter” y similares estamos consiguiendo que de nuevo la juventud se acerque a los libros. Ya dije en una ocasión que podrán ser buenos o malos libros, pero que por lo menos hacen que los jóvenes, que son el público potencial y futuro, se interesen de nuevo por la literatura. Y solo por eso debemos estar agradecidos de que hayan sido escritos. De ello de todas formas hablaré en una futura entrada.
Espero que por suerte el movimiento pendular de nuestra sociedad se haya iniciado de nuevo. No sé si será el correcto, pero es que este de ahora no me gusta mucho.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Los ya no tan duros comienzos

Entro esta semana en el blog y veo el cuarto dígito encendido. ¡Mil visitas, y hace poco que me contentaba con trescientas! Imaginaos la alegría que me he llevado.

Porque pueden parecer pocas visitas, pero para mí son un mundo. Hace apenas cinco meses (el 28 de Marzo, día de mi cumple, je,je) que inicié este blog, sin tener prácticamente ni idea de cómo funcionaba, ni si verdaderamente tenía algo importante que contar. Atrás quedan esos primeros intentos de acercamiento a la blogosfera y en general a internet, hace apenas un año, y mucho más atrás esos viajes que me echaba a correos con manuscritos empaquetados para enviarlos a editoriales.

Ahora sé que aquella tarea fue en vano, que existe una figura llamada agente editorial, los peligros de la coedición, que hay un arte y una técnica en muchos foros y blogs que ya quisieran para sí muchos escritores, y muchas otras cosas.

Y también sé que vosotros estáis ahí, y quiero daros las gracias,tanto a los que lleváis desde el principio como los que habéis llegado hace poco. Gracias por dedicar parte de vuestro tiempo a leerme y comentarme. Empecé como decía este periplo hace un año, yo solito sentado al ordenador, y ahora mantengo contacto con numerosa gente que me enriquece, me enseña y me hace disfrutar con sus novelas o cuentos. Creo que algún día de estos deberé cambiar el título del blog por el de esta entrada.

Queda mucho, aún no tengo noticias definitivas de la agencia, pero si miro hacia atrás veo todo el camino recorrido y en el horizonte veo un poquito de luz, lo cual es mucho más de lo que veía hace un año.

Así que, de nuevo, gracias por estar ahí.

Por cierto, y completamente off-topic, ¡ya tenemos piso! Ahora a hacer mudanza y a pagar letras durante muuuuuuchos años.

Un abrazo (para cada uno, ¿eh? hoy me siento pletórico, je, je).

miércoles, 26 de agosto de 2009

Top Ten

Llevo un par de semanas bastante liado, entre el trabajo y que mi novia y yo estamos comprando un piso (mirar, comparar, hipoteca,…) no ando sobrado de tiempo.
Aparcada está también la novela, aunque he acabado la primera parte y está siendo corregida, y el calor parece que merma mi creatividad.
Por tanto quiero dedicar esta entrada a algo ligeramente diferente. Ya que un blog tiene mucho de diario personal, quiero hoy escribir los diez libros de ficción que más me han marcado, mi particular top ten. En ocasiones serán un grupo de libros, pero a todos los efectos los considero uno. Y evidentemente no voy a hablar de los míos, que estarían en primer lugar, je, je.
Así que vamos allá:

- Número 10: “La Historia Interminable”, de Michael Ende. Lo leí cuando tenía siete u ocho años, y su fantasía desbordante me traslada a las páginas, hasta el punto de soñar que me encontraba con Bastian (Baltasar Bux), de camino a la Torre de Marfil. ¡Anda que no di la lata a mis padres para que me llevasen a ver la película, y la decepción que me llevé cuando descubrí que sólo contaba la primera parte del libro!

- Número 9: “Momo”, también de Michael Ende. Lo leí también en mi primera década y recuerdo que me obsesioné con la posible existencia de los hombres grises. Ahora, visto con perspectiva, me doy cuenta de lo acertada que era la visión de Ende con respecto al futuro, nuestro presente. Pienso que es un libro que debería ser lectura obligatoria en los colegios.

- Número 8: La Trilogía de “El Juez de Egipto”, de Christian Jacq. Siempre me ha fascinado la cultura egipcia, y leer aquellas páginas me sumergió en su cultura, su arte y su modo de vida. Me enganchó desde las primeras páginas, con “Los Conjurados” asaltando la gran pirámide, e impresionante el trabajo hecho con el personaje de “El Devorador de Sombras”, hasta ahí puedo leer.

- Número 7: “El Ocho” (que no, el siete, je, je, lo siento, chiste fácil), de Katherine Neville. El primer título que leí de un género en la actualidad demasiado explotado, con un final inesperado para mí, de los que más me ha sorprendido en la vida, y eso que se dan numerosas pistas a lo largo de la trama. Por cierto, la segunda parte no me gustó nada.

- Número 6: “El Principito”, de Antoine de Saint-Exupery. Cada dos o tres años lo leo de nuevo, y siempre encuentro matices diferentes. Si hay un libro para todas las edades, es éste.

- Número 5: “Las Amistades Peligrosas”, de Choderlos de Laclos. O como dos seres aburridos de su banalidad dan rienda suelta a su maldad para hacer la vida imposible a los que le rodean. Escrito en forma de misivas entre los diversos personajes, impagable el renglón: “Pues bien, la guerra”. Los que lo hayan leído saben a qué momento de la historia me refiero. De las dos películas que hay, me quedo con la de Malkovich y Close.

- Número 4: “El Señor de los Anillos”, de Tolkien (no escribo el nombre completo para abreviar). Aquí añado además “El Silmarilion” y “El Hobbit”. Recorrer La Tierra Media, luchar con orcos, tratar de imaginar a Sauron y estremecerte con la llegada del Balrog. ¿Quién no ha disfrutado con su lectura? Yo ya me lo he leído tres veces, y en medio año aproximadamente lo empezaré de nuevo.

- Número 3: “Un Saco de Huesos”, de Stephen King. Es difícil que un libro de terror, y del señor King, para más INRI, haga llorar. Y conmigo lo consiguió. Una historia de amor con fantasmas de por medio que ríete tú de “Ghost”.

- Número 2: la septalogía de “La Torre Oscura”, de nuevo de Stephen King. Cabalgar junto a Roland, conocer a Eddie, Susannah, Jake y Acho, montar en Blaine, y muchas otras experiencias vividas a los largo de sus cerca de tres mil páginas. Los tres últimos tomos sin embargo son demasiado apresurados y pierden calidad con respecto a los cuatro primeros, aunque el final, guste o no, es el que debe tener.

- Número 1: la trilogía de “Los Tres Mosqueteros”, de Alexandre Dumas. Aventuras en el primer libro, con personajes legendarios como Milady de Winter o el mismo Richelieu, y más tarde la caída a la ruindad de los personajes en los tomos siguientes, intrigas versallescas y desenlace sorprendente incluido. ¡Ay Milady, Milady, cuánto juego diste!

Y ya está, para los que hayáis llegado hasta aquí, ¿coincido con vosotros en alguno o varios de los libros, y vuestras experiencias fueron similares

miércoles, 19 de agosto de 2009

Hoy va de tecnología

Hay un invento que me tiene particularmente interesado en estos últimos tiempos. Se trata del Kindle y similares.
Supongo que todos habéis oído hablar de él, pero por si acaso explico brevemente para qué sirve.
Básicamente, el Kindle es un reproductor de e-books, la pantalla es de tinta líquida y el aparato en cuestión es de reducido tamaño, cabe en un bolsillo. Algunas de las ventajas que tiene es que se puede adaptar el tipo de letra para hacerlo más grande o más pequeño, no cansa la vista como lo hace la pantalla del ordenador, y permite reproducir otros tipos de archivos, incluso de sonido, si bien la pantalla es en blanco y negro, con cuatro escalas de grises y por tanto no es apto para reproducir imágenes. Actualmente el aparato se puede conseguir en Amazon pero, si la información no me falla, solo en estados Unidos. Aquí no obstante ya tenemos compañías que han fabricado aparatos similares, como el PRS de Sony o el Papyre 6.1.
Y claro, el debate en el mundo editorial ya existe. La tecnología apenas está implantada, y debe abaratarse para ser mayoritaria, pero sus adeptos crecen día a día y ya tiene tanto fervientes defensores como acérrimos detractores.
En el primer bando tenemos a quienes abogan a favor de la tecnología y sus avances, el ahorro de espacio físico al poseer los libros en formato virtual, y al abaratamiento de costes al eliminar intermediarios, lo cual redunda en menor coste de venta (y mayores beneficios para el escritor, motivo por el cual muchos autores abogan a favor de esta tecnología).
Por otro lado, las personas que lo atacan alegan la pérdida de puestos de empleo, la piratería y la falta de calidad, tema ya tratado cuando hablé de la autoedición, pues al desaparecer la figura del editor o del agente, pueden salir al mercado múltiples obras de calidad ínfima (de nuevo la masificación y las erratas salen a escena).
Ambas posturas son entendibles, pero yo me pongo del lado de los que están a favor, si bien con reservas. Es cierto que mi casa es pequeña y ya no me caben muchas más estanterías para libros, pero también es cierto que ninguna maquinita va a quitarme el placer de poder abrir Los Tres Mosqueteros y disfrutar un rato de su lectura. Otra de las ventajas que veo es que por fin un mismo libro podrá ser leído por personas diferentes, me explico. Tal vez yo tenga buena vista y pueda leer un mamotreto de ochocientas páginas con letra ínfima, pero tal vez mi novia, o mi madre, no puedan hacerlo porque el tamaño de la letras les dé dolor de cabeza. En tal caso se aumenta dicho tamaño y asunto arreglado. Y si encima no cansa la vista como lo hace por ejemplo leer en la pantalla. No me gusta tampoco el victimismo de los libreros al decir que se verán obligados a cerrar. No me gusta porque no es verdad, los cines no han cerrado con la llegada del vídeo, del DVD o del Blu-ray. En lugar de ellos han evolucionado y ahora es posible ver películas en 3-D o jugar a vídeojuegos, por ejemplo. Evolución, esa es la clave. En cuanto a la piratería en el mundo literario… ¿verdaderamente no estamos acostumbrados a ver verdaderas antologías de autores subidas en formato PDF? No es un tema nuevo, y la aparición de estos aparatos no va a suponer un aumento significativo, a mi parecer.
Acabo con una simple reflexión, siguiendo con el tema cinematográfico: a todos nos sucede que hay películas que queremos ver en el cine y otras que vemos tan a gusto en DVD, con nuestra pareja en el sofá. Con este asunto del Kindle y similares pienso que sucederá lo mismo, habrá libros que disfrutarás tocando sus páginas y viendo su portada, y otros que podrás leer tranquilamente en el aparatito en cuestión. Pero claro, cualquier avance de este tipo da miedo, claro.
En fin, que hace falta que de todas formas se comercialice por el resto de países y que su precio baje. Entonces veremos si es la amenaza que algunos creen.

jueves, 13 de agosto de 2009

¿Dónde habrá ido a parar?

Ayer, viendo una película por la noche, me sucedió lo que de un tiempo a esta parte me sucede con más frecuencia. Sabía, a los veinte minutos de película, qué iba a suceder. El problema es, como os he dicho, la frecuencia con la que últimamente me pasa. También me ocurrió lo mismo con el último libro que leí (no con el penúltimo, Blanca, ese sabes que me gustó, je, je), a trescientas páginas del final sabía por dónde iban los tiros.

Parece que la palabra remake está de moda últimamente, por todos lados veo coches fantásticos, sensaciones de vivir, asaltos a trenes Pelham,… Ya lo último, se prepara una película de esa excelsa serie de David Hasselhof y Pamela Anderson, ¿ya adivináis cuál?

El problema es que pienso que nos hemos apalancado, si algo funciona tratamos de alargarlo o, si tiene ya unos añitos, preparamos un remake y ya está. Y esto no solo sucede en el cine y la televisión. También en el mundo de la literatura que me encuentro que escritores reconocidos se reescriben con más frecuencia, o se apalancan en una temática y no salen de ella, ya que saben que es lo que les da fama, público, y dinero.

Dicen que todo está escrito, y tal vez sea verdad, pero hay formas de reescribirlo, se pueden dar diferentes enfoques o buscar otros medios, dar salida a tu idea de manera novedosa y original. Cualquier cosa mejor que, pienso, copiar o calcar sin más.

Vivimos por tanto en una sociedad en la que, salvo por honrosas excepciones (hay cierta serie sobre una isla que…), la imaginación parece haberse ido de vacaciones. Y lo más gracioso de todo el asunto es que simplemente lo parece. Hablando de literatura, he leído escritos que he leído de gente que pasa por aquí y a cuyos blogs podéis acceder desde aquí al lado, y os puedo asegurar que son buenos, y que no desmerecen para nada a según qué novelas o guiones cinematográficos. Pero somos noveles, y aunque algunos ya están dando sus pasitos, y otros esperamos darlos dentro de poco, ahí estamos, en un punto en el que prácticamente no existimos. Paradójico, ideas sin voz y voces contando incesantemente lo mismo, ¿en qué mundo vivimos?

Bueno, eso está claro, en el de grandes hermanos, sálvames y operaciones triunfo. Más circo y más pan, ya lo decían Amistades Peligrosas.

En otro orden de cosas, y aprovechando para hacerme un poco de propaganda, je, je, tras registrar el cuento del que os hablé la semana pasada, lo envié a la página de Horror Hispano (www.h-horror.com) y desde hoy podéis leerlo allí, o sea que ya sabéis, a acribillarlo.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Una semana rara

Hace mucho calor en Barcelona, y encima en la zona en la que vivo, a pesar de no estar en la costa, sí que tengo bastante humedad, es decir, todo lo malo y nada de lo bueno de estar cerca del mar.
Por ello tal vez llevo días que no me encuentro con fuerzas, o ganas, para abordar un nuevo capítulo de la novela que hasta hace tan poco tiempo llevaba tan bien. Hace poco Elisabet, a cuyo blog Andanzas de una escritora en busca de editorial podéis acceder desde aquí al lado, hablaba de los talismanes y la música que a todos nos ayudan a concentrarnos a la hora de ponernos frente al teclado. Yo hago uso del mío, pongo el reproductor de música con mis mp3 predilectos y me siento confiado, a la vez que pienso que los que nos dedicamos a escribir somos muy supersticiosos, tenemos cantidad de ritos y manías.
Y ni por esas, escribo un par de líneas y me levanto frustrado de la silla, directo a la ducha bien fría para quitarme el calor, aunque sea por unos minutos.
Y en eso que ayer, caminando por la calle, yendo a trabajar, me asalta una idea. Como siempre, una visión de algo cotidiano, que hace que en ese momento brote una historia, un pequeño cuento. En fin, que os podéis imaginar el día que pasé, contando los minutos para que se marchase mi jefe y poder escribir, pues verdaderamente sentía la necesidad de hacerlo, y sentía, por raro que pareciese, que debía escribirlo allí, en el Hotel (por si nol o he contado nunca, que creo que no, soy subdirector en un Hotel), no en mi ordenador ni con mi música.
Resultado, en media hora cuento terminado (cuatro folios, no es muy largo, eso sí), y esa sensación de plenitud que uno tiene cuando acaba algo, sea un cuento o una novela de cuatrocientos folios.
Llegué a casa y se la entregué a mi novia, que muy a su pesar está obligada a leer todo lo que escribo (y os aseguro que ella es más de Cumbres Borrascosas que de El Resplandor, por lo que lo lleva un poco mal, sinceramente. Bueno, pues como os contaba lo leyó y le encantó (es un decir, el cuento es de miedo). Y la pobre se ha pasado toda la noche con pesadillas, esta mañana me miraba con muy mala cara antes de irse a trabajar.
Aprovecho para deciros que una vez lo revise, enviaré el cuento a la página de Horror Hispano, www.h-horror.com. Es una página que, por cierto, recomiendo a los amantes del terror y del suspense, de todas formas otro día hablaré de ella, pero os adelanto que se pueden subir relatos, y que incluso ya cuenta con un primer número de su fanzine.
Total, que todo esto para contaros que, como supongo que os pasa también a muchos de vosotros, uno no escribe lo que quiere, sino lo que puede.

miércoles, 29 de julio de 2009

Prólogo

Como ya comenté la semana pasada, con esta entrada inicio un nuevo tipo de ídem en las que os mostraré cuentos, relatos, y diversas cosillas que he escrito.
Comienzo por lo más actual, el prólogo de la novela en la que me encuentro enfrascado en estos momentos, el primer tomo de una trilogía titulada Nigromantia, una historia de magia y fantasía. Espero que os guste, y por supuesto que críticas, comentarios y consejos también serán bien recibidos.
Así que sin más, os dejo con el Tejedor de Historias.


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El Tejedor de Historias se sentó, meditabundo, en el camastro. Miró de soslayo a su alrededor, el exiguo espacio de su celda. ¿Cuánto tiempo llevaba allí encerrado? No lo recordaba. El tiempo fluía de manera engañosa y lo que parecían días podían ser semanas. En todo caso, menos de un mes, de eso se sentía relativamente seguro.
No le importaba estar allí, de todas formas. Es cierto que la celda era pequeña, pero su mente abandonaba su cuerpo y visitaba parajes mucho más amplios que los que sus carceleros pudieran siquiera imaginar, sus recuerdos. Poseía la celda una minúscula ventana que permitía observar un reseco terreno, las baldías extensiones que rodeaban aquella prisión atemporal. De todas formas de poco le servía dicha ventana, pues era ciego. No nació con la carencia del don de la vista, pero hacía años que se lo habían arrebatado. Luego se había vengado y había asesinado a quienes le hicieron eso, pero el daño ya estaba hecho. Aunque hubiese podido ver el paraje que rodeaba la prisión tampoco le habría afectado tamaña desolación, pues él conocía lugares peores. Mucho peores.
Por otra parte le bastaba con poder oír y hablar. Oír para conocer los secretos de los reclusos que le rodeaban y también de los vigilantes de la prisión. Hablar para poder manipularles.
Ese era su gran secreto, la voz. Cuando se convirtió en el Tejedor de Historias supo que las historias que relatase serían sus armas más mortíferas, superiores a dagas, puñales o espadas.
La última vez que había usado el poder de las palabras fue la tarde anterior, en la sala de torturas. Cuando se quedó a solas con uno de los guardias esperó pacientemente a que le hubiese atado y preparase el látigo. Entonces comenzó a hablar. Le contó la historia de una mujer infiel que mantenía relaciones con el amigo de su marido a espaldas de él. Habló durante treinta minutos, y durante aquel tiempo el guardia permaneció en silencio, escuchando y con la mirada vidriosa. El preso no recibió ni un solo latigazo, si bien el hombre que debía dárselos aseguró a los vigilantes que venían a buscar al Tejedor que este había recibido su justo castigo.
Aquella noche el guardia llegó a su casa y asesinó a su esposa. Acto seguido atravesó la calle y mató a Yazef, un amigo de la infancia. Y por último, cuando volvió al lado de su esposa muerta sacó el sable de la funda y se lo introdujo en la boca, al igual que hacían los fakires en las ferias. Pero él no era uno de ellos y la muerte fue agónica, notando cómo el arma cortaba y sajaba a la vez que era más y más profundamente introducido en su cuerpo, mas sin ser capaz de evitar tal dolorosa muerte. En su mente solo veía las pupilas blanquecinas del preso.
El Tejedor de Historias supo de la muerte del hombre a la mañana siguiente, cuando dos vigilantes hablaron del tema durante su recorrido por los pasillos. Una siniestra sonrisa apareció en su rostro. Aquel desdichado no volvería a atarle, y tampoco se lo permitiría a su sucesor.
Ahora se encontraba sentado pues en el catre, pasando distraídamente la mano por la raída túnica que vestía. Estaba sumido en sus pensamientos, tratando de recordar el año exacto en que hizo el infernal trato que le convirtió en lo que era. No lo consiguió, y golpeó con furia la pared. No se acordaba ni siquiera de su nombre anterior. Estaba condenado a ser por siempre el Tejedor de Historias.
Entonces el milagro se produjo. El mensaje le llegó claro y nítido y él alzó las ciegas pupilas hacia la ventana. La Loggia había huido tras sobrevivir a una emboscada, y se había trasladado a una nueva ciudad. Desde allí planeaban la guerra.
El estaría en aquella guerra, eso estaba claro.
Los muros de la prisión temblaron, al igual que el suelo, y alguien gritó asustado por el súbito terremoto. El Tejedor se levantó y caminó hacia la puerta de su celda.
—¡Guardia! —gritó.
Un hombre joven, con el rostro embozado, se acercó con cautela. Le habían prevenido contra aquel preso y en sus pupilas se percibía pavor. El Tejedor de Historias habló, y pasados dos minutos el guardia fue a buscar la llave que abría la celda. Volvió con ella en la mano y la introdujo en la cerradura. Cuando el preso se halló fuera de la celda se giró hacia el guardia y pronunció tres únicas palabras. El guardia comenzó a llorar, y gimió de dolor cuando su mano derecha desenvainó la daga que portaba al costado y se la clavó firmemente en el estómago. Cayó al suelo mientras la sangre fluía y se expandía por el pavimento de piedra. El Tejedor se apartó de él y le dio la espalda, no sin antes arrancar la daga del cadáver. Mientras caminaba por el pasillo relató en voz alta una historia que versaba sobre la locura de un hombre. Los vigilantes del pasillo, al escuchar su voz, se acercaron a las celdas y abrieron las puertas. Los reclusos liberados, también enfebrecidos y descerebrados por el embrujo del Tejedor se vieron libres. Comenzaron a pelearse unos con otros o con los guardias y la prisión se convirtió en pocos minutos en un matadero. El prosiguió su camino y nuevas celdas se abrieron y nuevas peleas comenzaron. Los sables de los guardias cortaban a los presos, pero estos se defendían con uñas y dientes.
Mas nadie se acercaba al anciano ciego que seguía relatando su historia, acercándose cada vez más a la salida. Giró un recodo y sintió la presencia de tres vigilantes en el pasillo, interceptándole el paso. Habría sido muy fácil hacer que se matasen entre ellos, pero también le apetecía hacer un poco de ejercicio. Sin dejar de hablar enarboló la daga y sintió cómo los tres hombres se acercaban. Notaba sus movimientos en las pequeñas fluctuaciones del ambiente y en el sonido de sus pasos. Además había desarrollado una especie de radar similar al de los murciélagos, y poseía capacidades suficientes como para que los hombres no fuesen un problema. Esquivó sus embates y con movimientos ágiles les propinó tres certeras puñaladas que acabaron con sus vidas. Pasó entre los cuerpos y prosiguió su camino hacia la puerta de la prisión. Cuando llegó ante ella la halló abierta. Sin duda los guardias que no habían llegado a escuchar su relato no habían sido subyugados por el embrujo y viendo el pandemonio que se había creado a su alrededor habían preferido huir.
Salió al exterior e inspiró el aire nocturno. Una sutil fragancia de jazmín le llegó, y rememoró tiempos pasados, una mujer con el pelo sembrado de esa flor. ¿Cómo se había llamado? No le importaba. Sentía pena, pero era libre y dentro de poco su sirviente finalizaría el ritual de invocación
El podría entonces abandonar aquel mundo en el que había sido recluido. Entonces ocuparía su lugar entre los miembros de la Loggia y ayudaría a que la guerra estallase y podría vengarse de los que le encerraron allí.
Por fin el trabajo de décadas se vería realizado. Ya le parecía poder sentir temblar y sufrir a los habitantes del lugar al que estaba a punto de llegar.

martes, 21 de julio de 2009

Reflexiones mientras corrijo

En estos momento, y a la vez que sigo con la nueva novela (por cierto nunca os he mostrado en el blog nada de lo que escribo, creo que la semana que viene toca ración de prólogo), estoy corrigiendo el segundo manuscrito de la tetralogía de La Fábrica, y está resultando ser lo más parecido a un viaje en el tiempo.

Empecé Ka-Tel, este manuscrito, hace seis años, dos meses después de acabar con Neogen, y lo acabé el año pasado. Ahora releyendo sus páginas vuelvo a sentir algo parecido a lo que viví mientras lo escribía: el énfasis con el que acometí el proyecto, las ganas de robar cualquier minuto sobrante para ponerme frente al teclado, la satisfacción cuando algunos de los puntos no resueltos de la primera novela quedaron aclarados, formando un puente entre ambas,…

Como supongo que os sucede a todos, disfruto escribiendo, creando personajes y mundos, y desarrollándolos. Esto tiene su lado negativo, y es el momento en que las últimas palabras se acercan, el momento en el que acometes ese último capítulo que te alejará de ese mundo que has creado. Ya hablé con anterioridad de la vida propia que toman los personajes, y ahora os voy a contar una anécdota.

Resulta que cuando estaba a punto de acabar la primera novela sabía que me separaría de algunos personajes de la tetralogía hasta el tercer tomo, y si bien el tramo final lo escribí en apenas dos meses y medio, parte de ese tiempo, en total casi dos semanas, lo dediqué a ese último capítulo. No quería escribirlo, y me ponía excusas para no hacerlo. Al final, claro, no quedó más remedio, pero os puedo asegurar que lloré bastante mientras me acercaba al último párrafo.

Mención aparte, claro está, para las veces que he tenido que matar a algún personaje. Son creación tuya, y es lógico que te encariñes con ellos, en cierto modo son tus hijos. Es duro escucharles hablar dentro de tu cabeza, imaginarles, sentirles cada vez más tuyos y un día tener que hacerlos desaparecer. Casi puedes oír sus reproches, o al menos a mí me pasaba. Y me sigue pasando. Ayer, durante la corrección del manuscrito, llegué a un capítulo en el que me despido de un personaje. No os voy a decir que lloré, no, algo he madurado en ese sentido, pero sí que sentí pena, y aunque no sopesé la idea de cambiar el capítulo, sí que pensé que la próxima vez escribiría algo de comedia o romántico, nada de muertes ni traumas, je,je.

En fin, que supongo que es lo bueno y lo malo que tiene escribir, que sabes que creas algo pero que más tarde o más temprano te acabarás despidiendo de ello, normalmente cuando escribas el consabido

FIN

jueves, 9 de julio de 2009

Noticias

Llegas un buen día (pongamos el martes de esta semana), enciendes el ordenador, abres tu correo electrónico y ahí está. La ansiada y a la vez temida dirección, las noticias que esperabas y a la vez te pone nervioso conocer.
En mi caso debo reconocer que antes de abrir el e-mail me revisé (y repasé) los once restantes, y que cuando por fin pulsé y se desplegó en la pantalla retiré la vista un par de segundos, con el corazón a cien. Entonces leí, de repente desanimado y presintiendo las malas noticias.
Craso error.
Ahí estaba, la petición del manuscrito al completo, he pasado la primera criba de una agencia literaria, y la verdad es que pudiera pensarse que después de todo no es para tanto, pero para mí sí que lo es, significa que como mínimo con la parte de manuscrito que envié he conseguido atrapar a una agencia, les ha parecido interesante.
Desde entonces me he hecho muchas reflexiones: que si con el colapso que deben tener si no les hubiese gustado o tuviesen dudas me habrían dicho que no, que si… en fin, cosas varias con las que no os quiero aburrir, que tampoco es cuestión.
El caso es que para mí ha sido un subidón de moral, siento que era la noticia que necesitaba para no estancarme, y ha llegado en el momento menos esperado.
Hoy he enviado el manuscrito, y que sea lo que Dios quiera, como se dice.
Por otra parte ayer tuve un encuentro con dos compañeros de Prosófagos, Elisabet y Grendelkan, y la verdad es que pasamos un buen rato los tres, hablamos de nuestros proyectos, aportamos ideas para un futuro y de momento os puedo adelantar que estamos planeando una serie de encuentros similares en los que compartir experiencias, charlar un rato, etc… Así que ya sabéis, si os pilla cerca Barcelona estáis invitados al próximos encuentro, seguiremos informando.
Y ahora a preparar la maleta, que me marcho mañana una semanita a Almuñecar, en Granada, a disfrutar de la playa y los pescaítos.
Y que conste que no quiero dar envidia, je, je.
Un saludo para todos.


jueves, 2 de julio de 2009

Silencio, se rueda

Rara vez me pierdo una película de la que he leído el libro. Me diréis que soy un poco masoca, y tenéis razón, porque lo cierto es que la impresión con la que salgo de la sala es tremendamente negativa, y las más de las veces me pregunto por qué me he gastado los euros que me ha costado la entrada (la última vez que me ha pasado ha sido con “Ángeles y Demonios”, buff… no comments).
Por el contra otras veces me ha sorprendido lo que he visto e incluso ha mejorado la experiencia del libro. Así, que yo recuerde sin pensar demasiado, me pasó con “La Niebla” de Frank Darabont, basado en un relato de Stephen King; o con “El Nombre de la Rosa”, empecé el libro dos veces, lo dejé (que el Umberto Eco a veces se pone infumable), vi la película y, como por fuerza pensaba que el libro debía ser aún mejor, lo volví a intentar, acabándolo por fin y pensando que había capítulos que eran un verdadero tostón y que me quedaba con la película (claro, que entonces tenía doce o trece años, tal vez si lo leo ahora mi impresión mude.
Recientemente he leído por varios blogs que con la primera parte de la afamada trilogía (o tetralogía, o lo que fuese) Millennium pasa lo mismo, que hay doscientas páginas que son un tostón y que verdaderamente la película coge la esencia de la novela (menciones de la segunda aparte).
Lo que me lleva a pensar en el hecho de transcribir el lenguaje literario al cinematográfico. Creo que lo principal es que el director debe ser amante de la literatura en general y del autor al que va a versionar en particular, además de trabajar con él, integrándole en el equipo para resolver posibles dudas que puedan surgir. Solo si respetas y admiras el trabajo ajeno eres capaz de plasmar en imágenes y con fidelidad las palabras. Evidentemente la palabra versión o la frase “basado en…” lleva implícito que el director se tomará ciertas libertades, algo incluso necesario puesto que un libro y una película no son compatibles la mayoría de las veces y hay que buscar las herramientas necesarias para que lo sean, al menos en parte. Pero de ahí a cambiar a los personajes, las situaciones y la esencia de una novela va un trecho. Una de las películas que menos me ha gustado por la poca fidelidad con el libro es “El Hombre de la Máscara de Hierro”, no reconocía los mosqueteros en ella, habían cambiado completamente con respecto a lo que había leído en la trilogía.
Un tema que he tocado a veces es el hecho de que un autor renuncie a la fidelidad de sus obras o a escribir lo que se le antoje a cambio de unos cuantos miles de euros o de ser comercial y estar de moda. Es lícito, evidentemente, y es cierto que el reporte económico es a lo que aspiramos la mayoría, pero a priori creo que no me gustaría que se variase la imagen que tengo de los personajes y de la trama.
Claro que no he recibido la oferta, dependiendo de los ceros tal vez mi idea variase, como supongo que nos pasa a la mayoría, Robert Redford ya nos enseñó que todos tenemos un precio.

viernes, 26 de junio de 2009

Reflexiones post-feria

He estado unos días en Madrid con la family y los amigos y el otro día, sentado junto con estos últimos alrededor de una mesa con sus correspondientes cervecitas (¡ah, qué bien entran en verano!) hablábamos de varios temas, uno de ellos la Feria del Libro.

Se sorprendían de que la Feria hubiese cerrado con tan buenas cifras de ventas, aludiendo a elementos como la crisis, cosa que según ellos debía en algún modo afectar a este sector, al igual que a otros muchos.

Yo les contesté con una sencilla frase: «leer sale muy barato, señores».

Evidentemente considero un abuso el precio de algunas novedades, que superan ampliamente el valor que tenían hace unos años, pero es que ya sabemos que desde que ha llegado el euro todo ha subido, je,je.

Pero aún en el pero de los casos, por veinticuatro o veinticinco euros te puedes llevar un libro de, pongamos, setecientas páginas, como por ejemplo los dos últimos que me he comprado. Y eso son muchas horas de disfrute, y pocos euros por hora de amortización. Sobre todo si lo comparamos con ir al cine, o salir una noche de cena o de copas. Es un ocio más duradero, y eso, en época de «vacas flacas», es necesario.
Por supuesto sin contar ediciones de bolsillo, mucho más baratas, claro.

También influyen en las ventas elementos como el marketing puro y duro, como por ejemplo el caso de la trilogía Millennium; o el incremento del hábito de lectura entre la juventud (¡ay, hablo como mi abuela!); hecho este último sobre el que deberíamos reflexionar ya que es un público potencial.

Pero yo me quedo con lo positivo de este asunto. Si se venden tantos libros, y no sirven para decorar estanterías, será que la gente lee más. Y me da igual que el autor sea Meyer o Shakespeare. Incluso me dan igual los motivos que llevan a leer, si es por un verdadero hábito o por seguir la moda de tener el libro de ídem. El caso es que la gente lee.

Y eso es un principio.

viernes, 19 de junio de 2009

AEN

Hoy quiero hablaros de una asociación a la que pertenezco desde hace tres años, la Asociación de Escritores Noveles, o AEN. Por cierto, no confundir con la Asociación española de Neuropsiquiatría, siempre aparecen las dos cuando metes las siglas en Google.

Como ya cuentan en su página web la asociación se creó en el 2005. Yo llegué a ella como os he dicho un poco después, y la verdad es que me hice socio.

De entrada no me convenció tener que pagar, aunque el precio me pareció pequeño en comparación con las ventajas que ofrecían, tales como disposición de información, futuro emplazamiento de un congreso en el que conocer a otras personas, y sobre todo, la posibilidad de usar sus cursos y talleres o que realizasen un informe el comité de lectura, cosa que en aquellos tiempos era gratuita, pero que por dos semanas no utilicé, teniendo que pagar la astronómica cifra de...25 euros. Y debo decir que para nada recibí un informe patatero, no, sino uno que me sirvió para pulir el manuscrito y darme cuenta de numerosos fallos.

Desde entonces la AEN ha cambiado bastante, y si bien creo que se han volcado en demasía en el terreno de la autoedición, tema sobre el que ya sabéis mi opinión, siguen ofreciendo buen servicio a sus socios, ya sea mediante presentaciones de sus libros, preparando próximos encuentros, y en general apoyando desde su web a los socios, que pueden exponer su novela allí, e incluso ponerla en la tienda. Por lo demás, y a pesar de que no he hecho uso de la mayoría de dichos servicios, sólo el ya citado informe del comité, sí que es cierto que en varias ocasiones me he dirigido a ellos para informarme de según qué temas, y su respuesta ha sido rápida, clara y de ayuda.

Resumiendo, si ponemos en una balanza tanto lo bueno como lo malo, según mi modo de ver, la cosa quedaría así:

Ventajas:

- Acceso a información útil en un primer momento, en su apartado recursos.
- Valoración de manuscritos, correcciones y cursos a precios muy reducidos.
- Posibilidad de asistir a congresos o presentaciones.

Desventajas:

- La primera es obvia, aunque comprensible, hay que pagar.
- Demasiado enfocados a la autoedición

En fin, que a mí me ha resultado de ayuda pertenecer a la AEN, aunque es cierto que he hecho poco uso de mi carnet de asociado, así que os propongo echar un vistazo a su web, y os dejo el link aquí abajo (y que conste que no me pagan nada por esta entrada, ¿eh?, je,je, parece que les estoy publicitando):

http://www.asociacionescritoresnoveles.es/

Un abrazo para todos

viernes, 12 de junio de 2009

VIENTO EN POPA Y A TODA VELA

Mientras espero noticias de una agencia con respecto a mi primera novela, y me recupero de la semana pasada, pienso que me está pasando algo que no había vivido nunca.

Soy, para mi pesar, demasiado inconstante en cuanto a la escritura, parte de culpa la tiene la falta de tiempo pero también debo reconocer que, como ya he dicho en múltiples ocasiones, la inspiración no viene cuando la necesito. Me da una envidia enorme aquella gente que todos los días puede escribir un poco. Yo, por los dos motivos anteriormente citados, no soy así.

Recuerdo que "Neogen" en su día me costó, pues sentía que debía acabar, sabía lo que quería contar, y sin embargo muchos días me levantaba de la mesa del ordenador frustrado, sin haber podido escribir palabra. Y no os digo nada de "Ka-Tel", segunda parte de la tetralogía y verdadero núcleo. Tanto por la temática como por el grosor, documentación necesaria y otros asuntos, acabé exhausto, tomándome un descanso y sabiendo que no abordaría la hasta como mínimo un par de años después, cuando me hubiese oxigenado. Fue entonces cuando comencé "El Heraldo".

Y como ya conté también, apareció un día un nuevo personaje y abandoné "El Heraldo" para comenzar un nuevo proyecto. Y es aquí donde comienza lo raro y lo nuevo para mí.

Desde que he comenzado, hace apenas unas semanas, he escrito ya casi cuarenta folios. No es mucho, pensareis, pero como ya decía mi ritmo de trabajo es muy inferior. Hoy estamos a viernes, y empecé a escribir un poco el lunes. Desde entonces he escrito veintidós folios, y aunque es obvio que ahora tengo más tiempo libre al no ir a trabajar lo mejor de todo es que no noto que la historia se esté agotando o que esté llegando a un punto en el que me bloquee. Simplemente la historia me viene a la cabeza de manera fluída, siguiendo el esquema que realicé al principio.

En fin, que espero que esta etapa dure mucho, no hay duda de que entonces sería mucho más productivo.

Ya si encima recibo pronto buenas noticias de la agencia me empezaré a pensar que estoy soñando, je, je.

Un saludo para todos.

viernes, 5 de junio de 2009

Operación

Buenos días a todos,

esta semana voy a tener que prescindir de hacer una entrada en el blog, me acaban de operar y no me encuentro con fuerzas para desarrollar algún tema. Me pasaré no obstante por vuestros blogs y leeré las nuevas entradas.

Un saludo, nos vemos la semana próxima.

Jesús

jueves, 28 de mayo de 2009

Un estímulo...

...Eso es lo que muchas veces necesitamos. No, no me refiero a coca-cola o café, sino a ese olor, es imagen o ese sueño que hace que nuestra imaginación vuele.
Ya he hablado en otras ocasiones tanto de lo bueno, como de lo malo que tiene dedicarse a esto de escribir. Hoy me quiero centrar en uno de los puntos, ya mencionado en dichas entradas, que es la capacidad de crear.
Hace dos escasas horas venía a trabajar, como todos los días, caminando (es una suerte vivir al lado del trabajo) y lamentando que había desaprovechado la mañana. El caso es que ayer cuando me acosté me planteé no salir de casa y poder escribir un rato y, como siempre que me propongo algo así los hados se conjuran en mi contra y cuando me he sentado frente a la pantalla no encontraba las frases, mi Musa debía haberse bajado un rato a la playa. El caso es que he apagado el ordenador y ¡hale! A limpiar un poco, que también empezaba a hacer falta.
Bueno, pues como os contaba caminaba por la calle y cuando cruzaba por un paso de cebra he visto a una mujer paseando con un perro. Una escena normal y corriente, vaya. Y en eso me he visto abordado por multitud de imágenes, frases y actos que me han solucionado parte de los escollos que tenía con la nueva novela. Lo más gracioso es que en ninguno de ellos se mencionaba a una mujer con un perro.
Es curioso cómo funciona la mente humana, toda la mañana buscando una frase a la que agarrarme y en cuestión de un par de segundos aproximadamente tres capítulos garabateados en un folio imaginario. Evidentemente me he sentado, he abierto mi bandolera y como siempre llevo una pequeña agenda y un bolígrafo me he puesto a escribir como loco. Y he llegado tarde, pero como dijo Ende en La Historia Interminable, «eso es otra historia y será contada en otra ocasión».
Tanto pintores como escultores, escritores, y gente dedicada a crear, es evidente que gozamos de imaginación, un bien bastante escaso en estas fechas, en que todo nos lo dan masticado y que tenemos a nuestra amiga la televisión que nos termina de atontar. Como decía, gozamos de imaginación, pero al menos en mi caso es muy selectiva, ella decide cuándo y mostrarme el camino. Y por suerte no siempre es cuando me cruzo con mujeres y perros, a veces incluso me pilla cerca del ordenador.

viernes, 22 de mayo de 2009

Siete letras que cambiaron mi mundo

En espera de respuesta a los primeros envíos del manuscrito, y enfrascado en las intrigas del Tejedor de Historias hago un hueco para echar un vistazo hacia atrás y ver el camino recorrido.
Las siete letras a las que me refiero forman la palabra Internet, y quiero dedicar esta entrada a la forma en que esta herramienta ha influido en ese camino al que en el párrafo anterior me refería.
Hace poco más de seis meses era uno de los muchos que se veían desalentados, que no sabían por donde seguir y que encima había caído en las redes de la coedición, sintiéndose estafado y perdido. Y entonces una tarde me senté ante el oráculo llamado Google y llegué por azar a un blog. Vuelvo a nombrarte, Teo, en mi blog, pero es que en verdad fuiste el primer referente que tuve (si no cuento el tímido intento de yoescribo.
Luego llegué a Prosófagos, donde leí bastante, aprendí más y conocí a mucha gente, paso primordial para acceder a esos pedazos de su alma y su vida que son sus blogs.
He recibido buenos consejos, he mejorado mis muy mejorables escritos, y he recibido ideas, proyectos, y en general muy buenos momentos. Gracias a los conocimientos recibidos y a la experiencia adquirida creo que ahora tengo posibilidades (reales) de por fin poder bregar con agentes, editoriales,... y algún día verme en la estantería de una librería como dios manda.
Si me paro a pensar, algunos de los que pasáis por aquí habéis llegado por Prosófagos, otros quizás por azar y me temo que solo una de las personas procede de mi vida "física".
Y eso me da que pensar en la potencia del mundo virtual en todos sus aspectos, la cantidad de información que corre a nuestro alrededor, las tremendas posibilidades que la herramienta ha traído a nuestras vidas, la inmensa cantidad de folios que ahorramos gracias al e-mail y el consecuente salvamento de árboles (ahí sí que nosotros los escritores tenemos un poquitín de culpa, je,je). Algo tan simple como poder ver a tus padres por la pantalla del ordenador cuando en realidad se encuentran a setecientos kilómetros. Y miles de detalles más.
Si hay un invento que ha revolucionado nuestra existencia, pienso que es la red de redes (bueno, en el ranking de inventos de la humanidad lucha por el primer puesto con la rueda), y eso que como quien dice aún es un bebé. ¿Os imagináis qué podremos hacer dentro de veinte años?
Y no quiero despedirme por hoy sin daros las gracias a todos vosotros por pasar por aquí y dedicar un poco de tiempo a lo que escribo. Y a aquellos a los que sigo, sea por foros, blogs,... gracias también por lo que allí he aprendido y leo cada día.
Un abrazo enorme para todos.

Jesús

jueves, 14 de mayo de 2009

Temática

Esta semana estoy contento. Entro en el blog y veo que se han superado las trescientas visitas. Son pocas, ya sé, pero a mi me ha ilusionado. Cuando hace tres meses (y un día) escribí la primera entrada, os aseguro que para nada me planteaba llegar a esta cifra, soy un poco pesimista y me daba, como mucho, unas cincuenta o setenta.

Pero bueno, no quiero enrollarme con este tema, que hoy traía otro. La verdad es que me ha surgido mirando las estanterías de libros que tengo en mi casa (que por cierto cualquier día mi novia me hace la maleta y los mete dentro, que le tengo la casa colapsaíta, je, je). El caso es que me planteaba por enésima vez el tema del encasillamiento de algunos autores y me he dado cuenta de que yo iba justo en sentido contrario.

Me explico. Es obvio que muchos autores dominan una temática y cualquier obra que publican tiene que ver con esa temática, es decir, no espero encontrarme nunca por ejemplo a Christian Jacq escribiendo algo de terror, al igual que no espero leer de Stephen King una novela romántica (bueno, acepto “La Historia de Lisey”, vale).

A lo que voy es que parece que, una vez hallada la fórmula del éxito (porque no nos engañemos, pienso que a todos nos gustaría vivir de escribir, y a ser posible vivir bien) ciertos escritores prefieren no arriesgar y escribir más de lo mismo.

Lo malo es que es justo lo contrario a lo que estoy haciendo yo. Mi novela actual es radicalmente diferente a las dos anteriores, que a su vez son diferentes de los cuentos que hasta la fecha he escrito.

Y el consuelo que me queda es que últimamente estoy conociendo gente que también escribe y que no se circunscribe a una temática en concreto, además de que, como sabemos los que a escribir nos dedicamos, las historias te llegan, tú no puedes buscarlas ni forzarlas a salir.

Entonces pienso que lo que sucede es que cuando un escritor tiene éxito, es automáticamente encadenado por editoriales, público, crítica, y se ve forzado a seguir por ese camino, aun no deseándolo completamente. Me da un poco de pena esa situación, verte privado de tu libertad de crear en aras de producir lo que se demanda (y a cambio de unos cuantos ceros en la cuenta corriente, claro está). Pero bueno, siempre queda el recurso del seudónimo.

¿Y vosotros, os veis en un futuro teniendo que escribir lo que otros quieran? Yo prefiero ni pensarlo de momento, pero no creo que me hiciese mucha gracia, a día de hoy me compensa más mi libertad.
Y tendrían que ser unos cuantos ceros los que me cambiasen de idea, je, je.